lunes, 26 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 76

 –Ve a saludarlo, pero luego te quiero en el campo para calentar.


Paula sacó la bolsa con las pelotas y las botellas de agua. Su orgullo le prohibía mirar a Pedro, pero saber que estaba allí hacía que sintiera un escalofrío por la espalda. Él no se acercó hasta poco antes de que empezase el partido, cuando Thiago se llevó a Agustín aparte para tener una charla de hombre a hombre sobre deportividad.


–Sé que no quieres hablar conmigo –empezó a decir él– así que no tienes que decir una sola palabra. No volveré a molestarte, ni a tí ni a Thiago, pero le prometí que estaría hoy aquí. Estoy desesperado porque sé que te he hecho daño y no podría soportar hacerle daño a él también.


Conmovida a pesar de sí misma, Paula lo miró, notando que tenía los ojos enrojecidos, como si no durmiera bien. ¿Había perdido peso durante esa semana? Tenía una sombra de barba y una mancha de tinta en el polo oscuro, que no llevaba metido dentro del pantalón.  Nunca lo había visto tan desaliñado.


–Tienes un aspecto horrible –le espetó.


Él esbozó una sonrisa.


–Ojalá yo pudiera decir lo mismo. Al menos, entonces podría salvar algo de mi orgullo pensando que me has echado de menos.


–Yo… –sería mejor dejarlo estar, pensó Paula–. Gracias por venir. Thiago se hubiera llevado un disgusto si no hubieras venido.


Él asintió con la cabeza.


–Te echo de menos.


–Yo también, pero… Ya no puedo confiar en tí –Paula intentó tragar saliva, pero le costaba trabajo–. ¡Vamos, Tortugas!


Sin decir nada, Pedro volvió a su asiento.


Durante el partido, Paula esperaba que nadie se diera cuenta de que tenía el corazón roto. Gritaba animando a los niños, pero podrían estar jugando al críquet porque no se daba cuenta de nada. Pensó entonces en lo convencido que había estado su sobrino de que Pedro iría al partido, de que no los decepcionaría. ¿Los había decepcionado alguna vez? La había investigado, sí, ¿Pero todos los agentes del FBI, por ejemplo, eran malas personas que deberían ser castigadas por lo que hacían? Y luego estaba la humillación de haber sido despedida, pero él lo había arreglado para que pudiese volver cuando quisiera. Francamente, estaba contenta con una de las entrevistas que había hecho, de modo que volver con Javier Daughtrie parecía un lejano plan B. Estaba enfadada porque Pedro se había acostado con ella sabiendo que su puesto de trabajo estaba en peligro, pero los hombres tendían a separar la vida profesional y la personal más que las mujeres. ¿Estar enfadada era una buena razón para renunciar a una de las mejores cosas que le habían pasado nunca? Dió un respingo cuando el entrenador del otro equipo anunció que empezaba el descanso. Thiago volvió corriendo del campo, sudando profusamente, pero contento.

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