viernes, 2 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 30

 –Lamentablemente, vivimos en un departamento, así que no tiene mucho espacio para correr. Estoy intentando vender la casa de sus padres, pero ya sabes cómo está el mercado ahora mismo y hasta que lo haga no podemos movernos de allí. Yo… Ay, perdona, no quería contarte mis penas. Es que estoy cansada. Ninguno de nosotros pegó ojo anoche.


Pedro sonrió.


–¿Isabella los mantuvo despiertos?


–No, Thiago. Tiene pesadillas muchas noches… Sueña que el departamento se llena de agua.


Pedro sintió una opresión en el pecho que no era debida al peso de Isabella.


–¡Eh, ustedes! –Adrián Jenner lanzó un silbido y, por su expresión, Pedro sospechó que había tomado más de una cerveza.


–¿Qué nos hemos perdido? –preguntó Paula.


El juego se había detenido porque el entrenador y el catcher estaban hablando. Al mirar a la pantalla gigante, Pedro se dió cuenta de que el silbido de Jenner era una reacción juvenil a la cámara del beso, esa cámara que pasaba por las gradas y se detenía en las parejas, que se besaban ante los aplausos del público. Pedro se encontró con un primer plano de propia imagen. El primer plano se abrió para dejar ver a Isabella y Paula, que en ese momento tenía la cabeza casi sobre su hombro. «Parecemos una familia». Eso era lo que más anhelaba: Una mujer inteligente y encantadora a su lado y unos niños como aquellos. En su prisa por hacer realidad ese sueño había estado a punto de elegir a la mujer equivocada, pero la vida, y Juan Manuel McBride, le habían dado una segunda oportunidad. Por impulso, se volvió hacia Paula y levantó su barbilla con un dedo.


–Tenemos que hacerlo –murmuró, con una sonrisa de disculpa–. Es la cámara del beso… Es una tradición.


Ella entreabrió los labios, sorprendida, pero se recuperó lo suficiente como para murmurar:


–Y no está nada bien saltarse las tradiciones, ¿Verdad?


Sus labios se encontraron, provocando una oleada de emociones. «Qué bien sabe». No había querido prolongarlo, pero el beso de Paula había provocado un cortocircuito en su cerebro, de modo que siguió besándola hasta que ella dejó escapar un gemido. Estaba seguro de que la cámara había seguido adelante, buscando otras parejas, pero no podía apartarse. Quería perderse en ella, seguir besándola y no parar nunca. Le gustaría…


–Pedro, ¿Qué estás haciéndole a mi tía Paula?





–¿Has perdido la cabeza?


Probablemente. Porque en lugar de escuchar a Javier Daughtrie el lunes por la mañana, Pedro miraba por la ventana, esperando ver a Paula llegando a la oficina...


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