viernes, 23 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 74

A las dos, la idea de estar un tiempo sola para ordenar sus pensamientos le parecía una pesadilla. En lugar de eso, Paula se lavó la cara y llamó al colegio para decirles que iría a buscar a Thiago personalmente. El niño solía volver a casa en el autobús escolar, pero había pensado que sería buena idea llevarlo a tomar un helado. No, un helado no, se dijo, recordando el bailecito con Pedro en el estacionamiento de la heladería. Tal vez podría ir al cine con los niños. Pero no había pensado que el cambio de planes alarmaría de tal modo a su sobrino.


–¿Qué pasa, tía Paula? –le preguntó, mientras la profesora lo ayudaba a subir al coche.


–Nada, cariño.


–¿Pero por qué estás aquí?


–Ponte el cinturón, Thiago. Estamos formando cola.


Se sentía fatal. No había querido salir con Pedro para no hacerle daño al niño, pero empezaba a darse cuenta de que Thiago iba a sufrir tanto como ella. ¿Qué iba a decirle? Suspirando, arrancó, intentando concentrarse en el tráfico y no en Pedro.


–¿Has estado llorando?


Paula se negaba a mentir.


–Ya me conoces, cariño. Lloro por todo.


–¿Alguien ha muerto? –le preguntó Thiago entonces, con voz temblorosa.


–¿Qué? No, claro que no. No ha muerto nadie.


–¿Podemos llamar a los abuelos para preguntarles si están bien? –insistió el niño.


–Sí, claro. Los llamaremos esta noche. Pero los dos están bien, te lo prometo. Aunque tengo que darte una noticia… No voy a seguir trabajando en mi antigua oficina.


–¿En la oficina en la que estuve yo? ¿Con Magalí, la que me daba chocolatinas?


Parecía decepcionado, pero eso era mejor que estar preocupado de que alguien hubiera muerto.


–Eso es –respondió Paula–. Y tampoco trabajaré con Pedro. Él se irá pronto a otro sitio, así que seguramente ya no volveremos a verlo.


–¿Pero no se ha muerto? –intentó aclarar Thiago.


–No, no se ha muerto –respondió ella.


«Porque me he contenido para no estrangularlo».


–¿De verdad?


–Te juro que no ha muerto nadie.


–Pero a lo mejor lo vemos alguna vez, ¿No?


–Lo dudo.


–¿Y si nos lo encontramos en alguna tienda? O a lo mejor en el estadio de los Astros.


–Supongo que eso podría ocurrir.


–¿Y seguiremos viendo a Florencia?


–Claro que sí, cielo –Paula sonrió, mirando a su sobrino por el espejo retrovisor.


–Pero no trabajas con ella –señaló Thiago, intentando encontrar algún agujero en el argumento de su tía.


Incapaz de continuar con ese interrogatorio, Paula le preguntó:


–¿Qué tal si vamos al cine?


–Bueno. Mientras no haya besos…


Ella no podía estar más de acuerdo.

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