viernes, 9 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 42

Pedro impedía que se fijase en otro hombre.


–Llevas demasiado tiempo al sol, Jason –bromeó Pedro–. Se te ha frito el cerebro.


El capitán le hizo un guiño antes de volverse hacia Thiago.


–Tú debes de ser Thiago, ¿No? Pedro me ha hablado de tí. ¿Quieres ser mi grumete?


–¿Es difícil? –preguntó el niño.


–No, qué va. Puedes ayudarme a llevar el timón y decidir cuándo es la hora de comer.


–Bueno.


Pedro tomó a Isabella en brazos y subió a bordo para ayudar a Paula.


–Muy bien –dijo Jason– lo primero es ponerse los chalecos salvavidas.


Era un barco bonito y hacía un día precioso. El cielo estaba limpio, con alguna nube ocasional, pero la brisa del mar impedía que hiciera demasiado calor.


–¿Necesitas ayuda, Thiago? –preguntó Jason–. Tengo dos chalecos que te vendrían bien. Vamos a ver cuál te queda mejor.


Mientras tanto, Pedro tomó uno para Paula, abriéndolo como si fuera un abrigo y estuvieran a punto de salir a cenar. Y ella se lo puso, notando el aroma de su colonia... Tuvo que hacer un esfuerzo para no echarse un poquito hacia atrás hasta que sus cuerpos se rozaran. El rescate llegó gracias a Marcos Jason.


–¿Necesita ayuda para ponerle un chaleco al bebé?


–¿Cree que le valdrá alguno?


–Seguro que sí. Venga conmigo.


Paula se alejó con el capitán, alegrándose de tener algo con lo que entretenerse para no hacer alguna estupidez, como lanzarse sobre Pedro y seducirlo allí mismo. Cuando todos se hubieron puesto los chalecos salvavidas, el capitán anunció que era hora de elegir la música para el viaje.


–¿Baladas, música melódica, reggae, salsa o la banda sonora de Piratas del Caribe?


Paula soltó una carcajada.


–Salsa –respondió.


Sentaron a Thiago entre Pedro y ella y, poco después, se dirigían a alta mar al ritmo de una alegre canción.


–Conozco una playa estupenda para pescar –dijo Jason–. No suele haber gente, pero habrá que parar la música para no asustar a los peces.


–¿Está muy lejos? –preguntó Thiago.


–No, qué va. Llegaremos enseguida.


–¿Has oído eso, Thiago? –preguntó Paula–. Llegaremos enseguida.


El niño, pálido, asintió con la cabeza.


–¿Te apetece pescar?


–Sí.

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