miércoles, 14 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 52

 –Hemos jugado al tenis y estoy ayudándolo a hacer unas reformas en el porche de su casa.


Su madre se quedó mirándolo como solía hacer cuando era un niño. Pedro nunca había sido capaz de mentirle y decidió que no podía hacerlo en aquel momento.


–Hemos tenido un pequeño desacuerdo sobre Paula. Él cree que… ¿Tú crees que me da miedo estar solo?


Ella pareció sorprendida por la pregunta.


–La mayoría de los seres humanos tienen miedo de estar solos, pero no es así como yo te describiría. Al contrario, trabajas demasiado y tienes poco tiempo libre para relaciones.


–Juan Manuel dice que estoy deseando formar una familia, que solo propuse matrimonio a Silvana porque quería darte nietos.


Ana se echó hacia atrás en la silla.


–Siempre me he preguntado por qué le pediste que se casara contigo.


–¿Qué? Yo pensé que te gustaba Silvana.


–Y me gusta. Es encantadora, pero no era para tí. Si te hacía feliz, yo estaba dispuesta a alegrarme por los dos… Tú sabes que tu padre era un hombre importante en la comunidad.


–Sí, claro –respondió Pedro–. ¿Pero qué tiene eso que ver?


–Tu padre trabajaba mucho –continuó Ana–. Siempre fue un buen marido y yo lo quería con todo mi corazón, pero también nos peleábamos. Algunas veces se quedaba hasta muy tarde en la oficina y olvidaba llamarme para decir que no iría a casa a cenar… Entonces teníamos unas peleas tremendas. Pero cuando estábamos con más gente yo notaba que me miraba. Si salía de la habitación, me buscaba con la mirada todo el tiempo… –su madre se quedó en silencio, con los ojos empañados–. En fin, creo que Silvana te importaba y que hubieras sido un marido decente para ella, pero nunca la buscabas con la mirada.


Pedro recordó lo que le había dicho a Juan Manuel.


–No sentía pasión por ella.


–¿Y con Paula es diferente?


Él esbozó una sonrisa.


–Sí, mucho.


–Entonces, da igual lo que diga Juan Manuel. La vida es muy corta, hijo –dijo Ana–. Haz lo que te dicte el corazón, eso es lo único que podemos hacer.


Después de dejar a su madre en casa, Pedro no sabía qué hacer. Lo que quería era llamar a Paula, pero sabía que estaría en el entrenamiento con Thiago. Por un momento, pensó llamar a Juan Manuel, pero tenía que ordenar sus pensamientos antes de volver a hablar con su amigo. Lo mejor sería ponerse a trabajar, decidió. La gente de la empresa sabía que estaba estudiando la seguridad del sistema, pero no sabían que estuviera vigilándolos a ellos, y después de las horas de oficina era el mejor momento para hacer cosas que no quería explicar a nadie. Con un poco de suerte, encontraría a la persona que estaba pasando información y podría dejar el trabajo. Echaría de menos ver a Paula todos los días, pero Javier Daughtrie empezaba a resultarle insoportable. Además, sospechaba que ella se sentiría más cómoda cuando no trabajasen juntos. El garaje estaba casi vacío cuando llegó, después de las siete, aunque vio a Adrián Jenner en su nuevo deportivo rojo, besándose con una rubia de otro departamento. Se dirigió al ascensor a toda prisa para no presenciar lo que parecía un típico revolcón. Dentro del edificio, las oficinas estaban extrañamente silenciosas. Solo había algunas luces encendidas para el personal de limpieza, que llegaría más tarde, pero sin la distracción de los teléfonos, el ruido de los equipos electrónicos o Javier Daughtrie interrumpiendo, pudo concentrarse en el trabajo.

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