viernes, 30 de septiembre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 9

Ella dejó caer los brazos y la mirada de él descendió a la generosa curva de sus senos. Bajo la camisa de algodón color verde menta se podía distinguir el ligero borde de su sujetador de encaje. Intentó no pensar en el aspecto que tendría sin esa prenda.


-Supongo que se puede decir que soy... Un alumno adelantado -dijo.


Al notar que sus ojos se detenían más abajo de su rostro, Paula cruzó nuevamente los brazos sobre el busto y le lanzó una mirada relampagueante.


-Se lo digo ahora mismo. El único motivo por el que me quedaré con Zolezzi Exploration es su padre. Es un hombre respetado en el medio y ahora que lo he conocido, me doy cuenta del motivo. Me siento honrada de poder trabajar para él. Y he decidido que resultaría tonto desaprovechar esta oportunidad por el orgulloso y sabelotodo de su hijo.


-¿Significa esto que trabajaremos juntos, entonces? -preguntó él con una sonrisa maliciosa.


-En contra de toda sensatez.


También era en contra de lo que Pedro consideraba sensato, pero no era un hombre que se arredrara ante un desafío.


-Mi padre se alegrará de oírlo.


Ella sonrió también, y el movimiento de sus labios tuvo suficiente poder para hacer que a Pedro se le encogiesen los dedos de los pies.


-No se moleste en decir que usted también se alegra- dijo ella.


Como si considerase su conversación acabada, ella se dirigió a la silla en la que se había sentado antes y agarró un bolso de cuero. Se colgó la correa del hombro y se encaminó a la puerta. La mirada de Pedro siguió el elegante movimiento de sus caderas.


-¿Necesita ayuda para encontrar un sitio por aquí? -se le ocurrió preguntar a él.


Ella miró su reloj y luego abrió la puerta.


-Dentro de treinta minutos tengo una cita con un agente inmobiliario.


-¡Un agente inmobiliario! ¿Quiere decir que piensa comprar más que alquilar?


-Tengo intención de plantar raíces -sonrió ella nuevamente.


-¿Sin período de prueba? 


-En cuanto ví esta zona, me enamoré de ella. Acabo de decidir que lo que tenga que soportar en el trabajo será un pequeño precio a pagar para establecer mi hogar aquí.


Mi hogar. Le había dicho a Pedro que no buscaba un hogar en el sentido tradicional de la palabra. Entonces, ¿Qué era lo que estaba buscando? ¿Y por qué se la imaginaba todo el tiempo como madre y esposa? Era una científica. Una mujer que había estudiado rocas, estratos, períodos geológicos y cartas sismográficas.


-Entonces, espero que no se desilusione, señorita Chaves.


-Lo único que me desilusionará es que me siga llamando señorita Chaves. Mi nombre es Paula -dijo ella con una sonrisa irónica y luego salió.


Pedro se pasó la mano por el pelo y lanzó un ronco gemido. Esa mujer era un trozo de dinamita ambulante. Solo mirarla era peligroso. ¿Trabajar con ella? Ya podía ver la explosión aproximándose. 

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