miércoles, 28 de septiembre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 3

 -¿De veras? Creía que te lo habías hecho trabajando.


-Fue en el trabajo -dijo Pedro, dirigiéndole una mirada cansada-. La mujer estaba chiflada...-se interrumpió, sacudiendo la cabeza y Josefina se rió-. Vete a buscar al doctor, ¿Quieres? Papá me espera dentro de veinte minutos.


-De acuerdo -rió ella suavemente y se dió vuelta para marcharse-. No te molesto más por ahora. Pero uno de estos días quiero oír cómo te rompiste ese tobillo. 



Cuando Pedro llegó a la oficina de Zolezzi Gas and Exploration treinta minutos más tarde, pasó junto a la recepcionista y tres secretarias, se dirigió directamente a la oficina de su padre y golpeó con los nudillos en la puerta de roble oscuro. A través del panel de madera oía voces apagadas. Bien, pensó. El geólogo que su padre había contratado ya había llegado y con un poco de suerte estaba listo para ir a trabajar. Había un montón de proyectos que esperaban que se tomasen decisiones y ahora que se hallaba libre de la molestia de su escayola, estaba que ardía por ponerse manos a la obra. Un segundo más tarde, la puerta se abrió. Su padre, Horacio, que seguía teniendo el cabello oscuro y el mismo atractivo de siempre a los cincuenta y cinco años, lo agarró del hombro y lo hizo entrar a la amplia oficina.


-¡Pedro! Entra. Me preguntaba si llegarías a tiempo -exclamó afectuosamente-. Ya veo que te han quitado la maldita escayola. ¿Qué tal sientes el tobillo?


Pedro miró hacia su izquierda, donde una mesa y varios sillones de cuero se agrupaban cerca de una pared de cristal. La puntera reforzada de una bota de trabajo y parte de una pierna enfundada en vaqueros se asomaban por detrás de una silla, pero el alto respaldo le impedía tener una visión clara de la persona sentada frente al escritorio de Horacio.


-En este momento lo tengo tan rígido e hinchado como el extremo de un bate de béisbol -respondió Pedro, volviendo su atención a su padre-. Tuve que cortar la bota para poder meter el pie dentro. Pero el doctor dice que está curado y que pronto se pondrá bien. Espero que sepa lo que dice.


-Ya podrás correr una carrera en un par de semanas -le dijo su padre, dándole una cariñosa palmada en la espalda-. Y las botas son menos valiosas que tu cuello.


Pedro lanzó una ahogada carcajada sin alegría mientras su padre lo llevaba hacia el escritorio rodeado de sillas.


-Ven -le dijo-, quiero que conozcas a nuestro nuevo geólogo. Estoy seguro de que los dos podrán hacer maravillas juntos.


La silla se giró lentamente hacia ellos y Pedro instantáneamente se detuvo.


-¡Usted! 

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