viernes, 23 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 71

El pánico amenazaba con ahogarla, el mismo pánico que había sentido a principios del verano, cuando tuvo que hacerse cargo de Thiago e Isabella. Se había sentido tan aislada, tan incompetente. Acababa de perder a su único hermano, que había sido además uno de sus mejores amigos, Santiago la había dejado, Florencia estaba enamorada y por lo tanto no podía contar siempre con ella… Pero tal vez lo peor de todo había sido ver lo mayores que estaban sus padres durante el funeral de Diego. Entonces Paula se había visto obligada a admitir que estaba sola, que nadie iba a ayudarla con los niños. Había sido el peor momento de su vida, pero Pedro la había ayudado a confiar en sí misma. Su apoyo moral, su ánimo constante, le habían permitido confiar en que podía hacerlo. Pero ya no tenía eso y se sentía más sola que nunca. «No, eso no es cierto. Sigues teniendo a Florencia. Y Magalí también es tu amiga, no estás sola». Eso si Magalí no pensaba que era una ladrona y se negaba a dirigirle la palabra.


–A la porra con todo –murmuró–. No necesito a nadie.


Hizo una mueca al recordar el malicioso comentario de Javier sobre su relación con Pedro, con la puerta abierta para que todo el mundo lo oyese. El miedo se agarró a su garganta de nuevo… Encontrar un trabajo en aquel momento de crisis no sería fácil y mucho menos estando en una lista negra porque su antiguo jefe pensaba que era una ladrona. Pero no, no debía pensar en eso, ya se preocuparía más tarde. Por el momento, debía olvidarse de Javier y Pedro. Decidida, Paula entró en la cocina para comerse un helado, unos dulces, lo que encontrase en la despensa. Estaba precalentando el horno cuando sonó el timbre. Su primer pensamiento fue que Florencia había intuido que tenía problemas, pero no había hablado con ella, de modo que era imposible. ¿Pedro? Había sido muy insistente esa mañana, en la oficina. Una pena que nada de lo que había dicho hiciera que la pesadilla de ser despedida fuese más fácil de aceptar. Al contrario. El timbre volvió a sonar y su traidor corazón empezó a latir con fuerza. Si era Pedro Alfonso no pensaba abrir la puerta.


–¿Quién es? –gritó desde el pasillo.


–Pilar.


Paula levantó las cejas. Pilar Harrington era la última persona a la que esperaba. La semana anterior había dado a entender que su relación estaba mejorando, pero… «¿Lo ves?». «No estás sola». Pero tenía extraños aliados. Abrió la puerta y vió a Pilar al otro lado, mostrándole la bolsa de una pastelería de la que emanaba un delicioso olor a chocolate. Pero a la izquierda de Pilar estaba Pedro, que emanaba un horrible olor a traición. Miró a su ex compañera, furiosa.


–Me está usando como escudo humano –se defendió ella–. No se atrevía a venir solo y así habrá un testigo si intentas estrangularlo. Pero ya me conoces, Chaves, no hubiera venido si pensara que no tiene parte de razón. Al menos, deberías escucharlo.


Paula se cruzó de brazos.

–No.


–Déjanos entrar –insistió Pilar, moviendo la bolsa–. He traído galletas de chocolate.


Los ojos de Paula se llenaron de lágrimas al recordar esa escena en el estadio, cuando Pedro le dijo que la invitaría a un perrito gigante… «No es tan fácil comprarme». Pero lo había sido, ¿No? Pilar no era de las que pedían las cosas por favor y, aprovechando la indecisión de Paula, entró en el departamento… Con Pedro tras ella.


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