lunes, 5 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 34

 –¿Es una prueba? El año pasado hicimos una prueba, así que no hace falta. Yo soy buena.


–De todas formas… –Paula miró su lista– Catalina, vamos a hacerla.


Durante la segunda parte del entrenamiento, mantuvo un ojo en el reloj porque Florencia iba a buscarla. Habían pensado cenar juntas en algún restaurante cercano y, cuando llegó, a Paula le daba igual adónde fueran.


–A algún sitio donde pueda tomar una copa de vino.


Florencia sonrió mientras la ayudaba a guardar los balones de fútbol en una bolsa, que metieron en el capó del coche.


–¿Un primer entrenamiento difícil, entrenadora?


–¡La tía Pau es muy buena! –exclamó Thiago–. Vamos a ganar todos los partidos.


Paula pensó en su equipo y torció el gesto.


–Cariño, tú sabes que lo importante es pasarlo bien, hacer ejercicio y aprender a jugar limpio, ¿Verdad?


El niño asintió antes de decir:


–Y ganar.


Flroencia soltó una carcajada.


–¿Vas a venir a verme jugar? –le preguntó Thiago.


–Por supuesto. ¿Puedo traer a mi novio? Le gustan mucho los deportes.


–Claro que sí. El novio de la tía Pau también va a venir.


Florencia se quedó inmóvil.


–¿Cómo?


–Puedo explicártelo –dijo ella.


–Pues empieza ahora mismo.


El restaurante más cercano era una hamburguesería en la que servían batidos, pero nada de alcohol. Como era de esperar, Florencia los acompañó de regreso al departamento y cuando los niños estuvieron en la cama Paula se dió cuenta de que no podía seguir retrasando la explicación.


–Entonces ¿Pedro Alfonso y tú son novios? –exclamó su amiga.


–No, no, claro que no –respondió Paula, mientras abría una botella de vino. Intentaba que la idea sonase absurda, pero no lo era.


Después de que Pedro le dijera que había estado pensando en el beso toda la noche y que no seguirían trabajando juntos mucho tiempo, estaba claro que había una posibilidad. «Novios» parecía un término un poco adolescente, pero era evidente que estaba interesado en una relación. «No soy de los que salen corriendo al saber que una mujer tiene hijos».


–Pedro y yo nos hemos hecho amigos –empezó a decir.


–¿Amigos íntimos? –insistió Florencia.


«Tanto que podría decirte a qué saben sus labios». Eran firmes, pero no invasivos. No exigía, sencillamente hacía que una mujer se rindiese.


–Ya sabes que Daughtrie invita a todos los empleados a unm partido de los Astros…


–Sí, claro.


–Thiago, Isabella y yo acabamos sentados a su lado. Como puedes imaginar, Thiago necesita compañía masculina y se entendieron muy bien. Y… en fin, me temo que mi sobrino se ha hecho una idea equivocada por culpa de la cámara del beso.


–¿Qué?

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