lunes, 19 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 62

Después de que su sobrino le asegurase que lo estaba pasando de maravilla, Paula le dió las buenas noches y volvió al salón, deteniéndose en la puerta para orientarse. Pedro estaba con el grupo de empresarios y, como si hubiera intuido su presencia, giró la cabeza de inmediato, recibiéndola con una sonrisa. Uno de los camareros subió a la tarima y se colocó frente al micrófono para anunciar a los invitados que deberían ocupar sus asientos porque la cena sería servida de inmediato. Él se preguntó qué debía esperar. Aunque no era un banquete de boda oficial, lo habían sentado al lado de la hermana de Silvana, Marianela, que era la dama de honor. Su cita para esa noche era un tatuador con el que había discutido a última hora, de modo que la noche se presentaba interesante. Afortunadamente, habían sentado a Paula a su izquierda. Tenía que hacer un esfuerzo para no mirarle las piernas continuamente.


–Aún no es demasiado tarde –murmuró–. Podríamos sentarnos con los Holdenstein, en la mesa catorce.


Ella sonrió.


–Son los invitados de honor, Pedro. No puedes evitarlos toda la noche.


–No estoy evitándolos –se defendió él–. Es que siempre están rodeados de gente. Los saludaré durante la cena.


–No podrás hacerlo desde la mesa catorce.


Pedro pasó una mano por su espalda, apreciando la suavidad del vestido, pero sabiendo por intuición que su piel sería más suave.


–¿Y si dijera que la razón por la que no te los he presentado es que disfruto tanto de tu compañía que te quiero para mí solo?


–Diría que eres un seductor –respondió Paula–. Y que es exactamente lo que yo quería escuchar.


Después de eso, Pedro estaba deseando presentársela a Juan Manuel porque hasta su escéptico amigo tendría que ver lo sexy y lo ingeniosa que era. «No solo me gusta porque la veo como una buena esposa y madre. Me gusta todo en ella». Pero al igual que Juan Manuel lo había subestimado a él, había subestimado a sus amigos. ¿De verdad había pensado que habría tensión entre ellos? Silvana y Juan Manuel saludaron a Paula como si la conocieran de toda la vida, con contagioso entusiasmo.


–Me alegro mucho que de Pedro te haya traído –dijo Silvana, con una sonrisa sincera–. Tenía el presentimiento desde que os vi en el restaurante. Intuición femenina.


Marianela, su hermana, hizo una mueca.


–¿Intuición femenina? No te dejes engañar, Paula. Hasta hace unos meses, mi hermana solo creía en cifras y números. No sabía nada de intuiciones femeninas.


Silvana soltó una carcajada.


–He cambiado para mejor –respondió.


Y no era la única, pensó Pedro. Mientras hablaba con los empresarios se había dado cuenta de que no estaba atento a la conversación. Seguía interesado en saber qué ocurría en la comunidad económica de Houston, pero tenía otras prioridades. Por ejemplo, los partidos de Thiago. O los ojos de su tía.

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