viernes, 2 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 28

 –Toma nota, ni un solo perrito caliente.


–Pero nos has traído refrescos.


Con el calor que hacía y con una niña que pesaba cinco kilos sobre el regazo, una bebida fresca era más que bienvenida.


–Coca-cola para nosotros, limón para Thiago –Pedro señaló el vaso de plástico–. He hecho bien, ¿Verdad? Hace mucho calor.


–Has hecho muy bien, gracias. Eres un encanto.


Cuando sus miradas se encontraron, el agradecimiento que Paula sentía se convirtió en admiración. Tenía unos ojos preciosos y unos bíceps de escándalo. Pedro fue el primero en apartar la mirada.


–No tanto –murmuró.


Afortunadamente, la tensión entre ellos fue rota cuando Thiago se acercó para pedir su refresco, sin duda pisando a todo el que encontró en su camino.


–¿Crees que los Astros van a ganar, Pedro?


–Eso espero.


–Y yo espero que hagan algún home run. Y que la tía Paula se ponga a bailar.


Paula se atragantó con el refresco.


–¿Qué?


–Cuando jugamos al hockey en la pizzería hacías un baile muy gracioso cada vez que marcabas gol –le recordó Thiago–. Deberías verlo, Pedro.


–Te aseguro que me gustaría –dijo él, burlón.


–Deberías hacer el baile cada vez que los Astros hagan una buena jugada, tía Paula.


–Desde luego que sí –asintió Pedro.


Paula lo fulminó con la mirada antes de volverse hacia su sobrino.


–Aquí hay mucha gente, cariño. Pero lo haré la semana que viene en tu partido de fútbol cada vez que marques un gol. ¿Qué te parece?


–Pero entonces Pedro no lo verá –Thiago se puso serio–. Espera, ¿Quieres venir a verme jugar al fútbol?


El corazón de Paula se aceleró. ¿No se había dicho que aquello estaba bien porque solo iban a ser unas horas? En lugar de hacer promesas que tal vez no podría cumplir, Pedro pareció pensárselo un momento.


–Gracias por la invitación, pero no sé si a tu tía le parece bien.


–¿Por qué no iba a parecerle bien? Te parece bien, ¿Verdad, tía Paula? A tí te gusta Pedro.


Paula deseó entonces que Isabella tardase mucho tiempo en aprender a hablar. A saber en qué jaleos podrían meterla aquellos dos.


–Claro que me gusta, pero…


–¿Entonces no te importa que vaya?


–Pedro es un hombre muy ocupado y…


–¿Demasiado ocupado para mí? –el niño parecía disgustado de verdad, como si le resultase inconcebible que su nuevo amigo no quisiera pasar tiempo con él.


–No, no –intervino Pedro–. Nunca estoy demasiado ocupado para el deporte. Cuando tu tía me diga, allí estaré, no te preocupes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario