miércoles, 7 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 40

 –Ah, muy bien.


Pensando que para cambiar un pañal lo primero que necesitaba era el bebé, Pedro sacó a Isabella del moisés. La niña lo miró con unos ojos grises muy parecidos a los de su tía, pero la mirada de Isabella estaba cargada de confianza. No había recelo en sus ojitos. Para ser alguien tan pequeño, era sólida, un pequeño milagro de ingeniería. La niña movía los bracitos y echaba la cabeza hacia atrás de tal forma para mirar a su hermano que una futura contorsionista parecía casi asegurada.


–Se supone que tienes que poner esta manta antes –dijo Thiago, cuando iba a colocar a la niña sobre el cambiador.


–Ah, gracias. Es que no lo he hecho nunca –sujetando a Isabella sobre su hombro con una mano, Pedro usó la otra para colocar la manta, aunque no era fácil.


–Siempre le ponemos cosas debajo para que no pille gérmenes y la tía Paula siempre limpia las cosas antes de que Isabella las toque.


–Muy bien hecho.


Después de colocar a Isabella sobre la manta intentó quitarle el body rosa que llevaba… Pero sería mucho más fácil si la niña dejase de mover las piernas como si estuviera haciendo una audición para algún musical.


–Es raro todo lo que hacen los mayores para que los niños no se ensucien –observó Thiago– porque siempre están sucios. ¡Si vieras lo que salió ayer del pañal!


–Ya imagino… –ligeramente nervioso, Pedro se preguntó qué iba a encontrar. Pero si se tratase de algo malo habría alguna advertencia olfativa, ¿No?


Cuando por fin pudo desabrochar el body empezó a quitarle el pañal, pero una de las tiras adhesivas no se despegaba y tiró de ella con tal fuerza que acabó arrancando el pañal, para delicia de Thiago, que parecía encontrarlo muy divertido.


–Ahora tienes que hacer una bola con él y ponerlo aquí –el niño señaló un aparato que había en la esquina.


–Muy bien –Pedro estaba escuchando sus instrucciones para abrir la extraña tapa del aparato cuando se dió cuenta de que Isabella se había tumbado boca abajo y, apoyándose en las manitas, intentaba gatear sobre el cambiador. Se movía adelante y atrás de tal forma que, por un momento, pensó que iba a lanzarse de cabeza.


A toda prisa, volvió a colocarla de espaldas y tomó un pañal limpio, pero Isabella intentó dos veces volver a ponerse boca abajo. Debería ser más sencillo, pero hacían falta más de dos manos para poner el pañal, sujetarlo y volver a ponerle el body. Aquello era mucho más complicado de lo que había creído.

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