miércoles, 14 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 51

 –Te preocupas demasiado, Pedro. Estoy sanísima, así que busca una buena chica y sé feliz sin preocuparte tanto por mí.


–Bueno, entonces te invito a comer. Donde tú quieras.


–Vamos a un sitio donde tengan buenas ensaladas. No podrías creer lo que he comido en el crucero.


Una hora después, estaban sentados en un tranquilo restaurante tomando un plato de frutas y verduras.


–Te he traído regalos –dijo su madre.


–A juzgar por el número de maletas que hemos metido en el coche, yo diría que has traído todo lo que había en Bahamas.


–He estado de viaje muchos días.


–Lo sé –asintió Pedro–. Y he pasado por tu casa para regar las plantas, comprobar los mensajes y sacar el correo del buzón como me pediste.


–Te lo agradezco, cariño, pero eso es muy aburrido. Cuéntame algo interesante. ¿Qué has hecho durante este tiempo? ¿Algo divertido?


Él sonrió.


–¿A qué te refieres con «algo divertido»?


–Llevo semanas fuera de Houston, hijo. Por favor, dime que has hecho algo divertido en todo este tiempo.


–Vamos a ver… –Pedro fingió pensárselo–. He jugado al golf, he ido a un partido de béisbol, he cambiado mi primer pañal… bueno, eso no fue divertido, pero a tí te habría hecho gracia. Y también he ido a pescar. Ah, y he conocido a una chica.


Los ojos de Ana se iluminaron.


–¿Has conocido a una chica? ¿Y has tardado todo este tiempo en contármelo?


–¿Debería haber ido al aeropuerto con un cartel?


–No lo sé, dímelo tú. ¿Es algo tan serio como para llevar un cartel?


–Lo bastante serio como para anunciarlo con altavoces.


–Un momento… ¿Has dicho que has cambiado un pañal? ¿Alguien ha tenido un bebé sin decírmelo o es que tu amiga tiene hijos?


–Tiene sobrinos –respondió Pedro–. Paula se ha hecho cargo de sus sobrinos tras la muerte de sus padres.


–Ah, qué horrible para ellos.


–Lo han pasado muy mal, sí –asintió él–. Pero Thiago es un niño fuerte y está haciendo amigos en el colegio… Antes vivían en Corpus Christi. Tiene seis años y la niña, Isabella, cinco meses.


–¿Solo cinco meses? Qué horror. Pobrecita, perder a su madre tan pequeña. ¿Cómo se llama tu amiga?


–Paula.


–Pues imagino que estará ocupadísima.


–Desde luego.


–¿La conoceré este sábado, en la fiesta de Juan Manuel y Silvana? –le preguntó su madre.


–No –respondió Pedro–. Aunque Juan Manuel me ha dicho que puedo ir con una acompañante creo que la situación podría ser… Incómoda.


Especialmente si Juan Manuel le hablaba a Paula de sus recelos. Ella había superado sus dudas y Pedro no quería que volviese a cuestionar su relación. Había sido muy comprensivo sobre su matrimonio con Silvana, pero no lo sería tanto si provocase un problema con Paula.


–Lo entiendo, pero Juan Manuel ha sido tu mejor amigo desde el colegio, y si sales con Paula tendrán que conocerse tarde o temprano. ¿Por qué no ahora? –antes de que Pedro pudiera responder, su madre esbozó una traviesa sonrisa–. Dudo que intente robártela ahora que estáfelizmente casado.


Él se quedó boquiabierto.


–¿No te parece esa una broma poco apropiada, mamá?


–Eso depende de cada uno. Yo te quiero más que a nadie en el mundo, cariño, pero eso no significa que no pueda reírme de tí.


–Ah, muy bien, pues el año que viene no recibirás un regalo el Día de la Madre.


Ana sonrió de nuevo, pero volvió a ponerse seria un minuto después.


–Bueno, ahora en serio, ¿Cómo están las cosas entre Juan Manuel y tú? ¿Lo has visto últimamente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario