viernes, 23 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 72

 –Vamos a escucharlo al menos y cuando termine, si aún quieres estrangularlo… Bueno, mi silencio se puede comprar.


Cuando Paula y Pedro se miraron, Pilar hizo una mueca.


–Vaya, después de lo que ha pasado decir eso no me deja en muy buen lugar, ¿Verdad?


–Efectivamente –asintió Pedro–. Pero ya que lo mencionas… ¿Se te puede comprar?


La morena sonrió.


–Nunca se sabe. Si la situación fuese la adecuada y el precio también… Pero no soy tan tonta como para eso. ¿Por qué iba a querer que mi empresa fracasara? Yo cobro un salario todos los meses, así que sería morder la mano que me da de comer. Si la compañía cerrase, me quedaría en la calle… No, no he sido yo.


–Te creo –dijo Pedro–. Pero a mucha gente le parecerá sospechoso que hayas elegido precisamente este día para presentar tu renuncia.


Paula parpadeó, sorprendida.


–¿Has dejado el trabajo? No será por mí, ¿verdad?


Pilar se encogió de hombros.


–Tengo otras ofertas. Además, no es ningún secreto que tú y yo éramos las líderes del equipo. Javier no nos tomaba en consideración porque somos mujeres y me he hartado. Que Parnelli y Jenner hagan el trabajo a partir de ahora.


Paula se dejó caer en el sofá, apartando juguetes y libros de cuentos para que Pilar pudiera sentarse. A Pedro lo quería lo más lejos posible.


–Sé que no has sido tú la informadora, Paula –dijo él.


–Ah, vaya, gracias.


–La semana pasada le dije a Javier que te habían tendido una trampa y él aceptó esperar hasta el viernes. Prometió no molestarte hasta que hubiera tenido más tiempo para encontrar pruebas… Pero está claro que fue un error por mi parte. Me quedé tan sorprendido cuando te ví esta mañana… –seguramente percatándose de lo inadecuado de esa frase, Pedro tragó saliva–. Javier me mintió.


–¡Ah, vaya! –exclamó Paula, irónica–. Es horrible cuando la gente no es sincera contigo, ¿Verdad? Riendo, Pilar le ofreció una galleta mientras se sentaba en el sofá.


–Pero he convencido a Javier para que cumpla su promesa, así que tengo hasta el viernes –siguió Pedro–. Y voy a descubrir quién está detrás de esto.


–Agradezco que acudas al rescate –dijo Paula–. Pero es un poco tarde para eso, ¿No te parece?


–Javier tendrá que despedir al verdadero culpable y ya ha perdido a Pilar. Ahora le falta gente y no tendrá más remedio que readmitirte… Incluso podrías pedir un aumento de sueldo. Demonios, exígele que patrocine el equipo de fútbol y pague los uniformes. Pero, aunque decidieras no seguir trabajando para Daughtrie, y lo comprendería, tenemos que limpiar tu nombre. No querrás que esto te persiga mientras haces entrevistas de trabajo.


Paula mordió la galleta, pensativa. En realidad, tenía razón, pero eso no hacía que estuviera menos enfadada con él.


–Así que la primera pregunta –siguió Pedro– es si le has dado tu contraseña a alguien del departamento.


–Pues claro que no –respondió ella.

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