viernes, 23 de septiembre de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 75

 A: Paula Chaves


De: Pedro Alfonso


Fecha: Jueves, 30 de septiembre de 2010


Asunto: 


"Tenías razón ¿Cómo estás? Sé que no quieres hablar conmigo y estoy intentando respetar tus deseos. He llamado a Florencia, pero aparte de decirme que tienes algunas entrevistas de trabajo, no me ha contado nada. Yo, en cambio, quería contarte que Adrián Jenner era la persona que estaba pasando información a la competencia, aunque insiste en decir que nunca lo hubiera hecho voluntariamente. Cuando encontré pruebas para acusarlo, delató a su cómplice, una mujer del departamento financiero con la que mantenía una aventura. Jenner dice que fue idea de ella, pero que no tenía conocimientos informáticos suficientes para llevarla a cabo y lo sedujo para que cooperase. Él no quería seguir, pero ella lo sobornó para que filtrase información a Groverton. De modo que si has cambiado de opinión sobre lo de empezar de nuevo, Daughtrie está desesperado por recuperarte. Pero no tan desesperado como yo. Te echo de menos, Paula. Siento mucho haberte hecho daño. Mi madre, Juan Manuel y Silvana, los que deberían apoyarme, me llaman de todo y sugieren que soy un imbécil por haberte dejado escapar. Con cariño, Pedro".




–¿Estás segura de que no puedo hacer nada más por tí? –le preguntó Florencia, apoyada en la encimera de la cocina el viernes por la tarde.


Paula, que estaba en cuclillas ayudando a Thiago a ponerse las botas de fútbol, asintió con la cabeza.


–Has llenado el lavavajillas, me has ayudado a editar mi currículum, has dejado que llorase sobre tu hombro, anoche me trajiste una botella de vino… Incluso le has cambiado el pañal a Isabella. Has hecho mucho más de lo que cabría esperar de una amiga.


–Lo sé, pero… –Florencia frunció el ceño mirando a Thiago. Ninguna de las dos quería hablar de Pedro delante del niño–. Me siento culpable.


–¿Porque me animaste a que lo pasara bien o porque tú eres feliz? Ninguna de esas cosas es razón para sentirte culpable. Estoy bien, de verdad.


Eso era lo que había estado diciéndose desde que echó a Pedro de su departamento el lunes, pero lo añoraba como nunca y el e-mail del día anterior solo había servido para intensificar su pena.


–Ahora, deséales suerte a las Tortugas y ve a pasarlo bien con Damián.


–De acuerdo –Florencia besó al niño en la mejilla, riendo cuando Thiago protestó–. ¡Vamos, Tortugas! Sé que esta semana pueden ganar.


El niño se encogió de hombros.


–Pedro dice que lo importante no es ganar sino ser un equipo.


Las dos mujeres intercambiaron una mirada. Paula no podía prohibir al niño hablar de su amigo, aunque cada vez que lo hacía era como si le clavara un puñal en el corazón.


–Pedro tiene toda la razón –dijo Florencia.


–Bueno, vamos a buscar a tu hermana. Quiero llegar pronto para que puedan calentar un poco antes del partido.


Una vez en el coche, Thiago se volvió hacia ella.


–Sé que no vamos a ver a Pedro tanto como antes, tía Paula, pero estará en el partido.


A ella se le encogió el corazón. Había olvidado que Pedro había prometido ir al segundo partido…


–No, cariño. No creo que vaya.


En el e-mail decía que estaba intentando respetar sus deseos y ella no quería verlo. ¿O sí? Thiago se mostró indignado.


–¡Pues claro que irá! Me lo prometió y Pedro nunca rompería una promesa.


Como su sobrino y ella no estaban de acuerdo en ese tema, se mordió la lengua. Pero mientras aparcaba frente al campo de fútbol, Thiago lanzó un grito que le heló la sangre en las venas.


–¿Qué pasa? ¿Te has hecho daño?


–Perdona –se disculpó el niño–. Pero ¿Lo ves? Te dije que Pedro vendría y ahí está. Me lo prometió.


Paula apretó los dientes, sin saber si alegrarse de que Pedro no lo hubiera defraudado o enfadarse porque estaba usando al niño para llegar a ella.


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