lunes, 1 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 6

 –¿Por qué cuando hablamos no me dijiste que pensabas venir?


–Porque entonces no lo sabía. Estoy trabajando para uno de esos tipos cuyo lema es «Dicho y hecho». Me sorprende continuamente.


–No pareces una mujer que deje que un hombre la sorprenda.


–No conoces a Pedro. Solo es capaz de pensar en una cosa.


–Espero que esa cosa sea el trabajo –dijo Paula, intentando bromear. Pero no le gustó como sonaba su voz.


Sin embargo, Ivana no advirtió en ella ningún recelo. Sonrió.


–Como te acabo de decir, no conoces a Pedro. Si tiene algún sentimiento, cosa que dudo, lo ha enterrado hace mucho tiempo.


–Parece un tipo insoportable.


–No, no lo es. De hecho, es estimulante trabajar para él. Pero solo es capaz de pensar en su trabajo, en los ordenadores.


–Uf –los ordenadores aburrían terriblemente a Paula–. Un loco de los ordenadores.


Pero Paula no tenía ningún interés en los clientes de Ivana. Después de que el camarero tomara nota de lo que iban a pedir, le dirigió una mirada crítica a su hermana.


–Tienes buen aspecto, cerebrito.


–La influencia de Manuel, supongo –comentó Ivana–. Me ha renovado el guardarropa.


–Y es evidente que te quiere –dijo Paula con aprobación.


El dolor casi cesó cuando recordó lo feliz que Manuel Viale había hecho a su querida hermana.


–Sí, claro que me quiere –respondió Ivana con una sonrisa que reflejaba todo el amor que sentía.


–Estupendo. 


–Paula…


Pero en ese momento se acercó el camarero y lo que Ivana iba a decir se evaporó con la llegada de los condimentos y un par de botellas de agua y vino. Cuando se fue, le preguntó:


 –¿Y tú como estás? Tan guapa como siempre, claro –no puso ningún «Pero». Sin embargo, este flotaba en el ambiente. 


Y Paula sabía lo que significaba. El día anterior, había ido a la peluquería. Le habían cortado su rubia melena de tal forma que realzaba la elegancia de su cabeza y caía suavemente por sus hombros. A su dorado habitual, Ramiro le había añadido algunas mechas para darle profundidad y luz. Continuaba teniendo unas piernas perfectas y su figura era capaz de despertar el deseo de cualquier hombre. Pero había adelgazado mucho y sabía que Ivana lo advertiría.


–Me estoy adaptando –dijo, con mucho cuidado–. Todo esto puede llegar a ser un poco estresante.


–Lo comprendo. ¿Qué piensa tu jefa de tí?


Una sonrisa sincera iluminó de pronto el rostro de Paula.


–Está impresionada. Por primera vez en su vida, aparentemente.


–¿De verdad? Supongo que escribes como un ángel.


–No tiene nada que ver conmigo. Tú eres el motivo.


–Explícate.


–Bueno, a Caruso no le gustan los cambios, y tampoco tener bajo su mando a extranjeros o a personas sin experiencia. Pero resulta que tu empresa consultora consiguió una mención especial en el Wall Street Journal. Caruso la vió y me preguntó que si eras mi hermana. Contesté que sí y a partir de entonces estoy disfrutando de parte de tu gloria –Paula se echó a reír al ver la expresión de Ivana–. ¿Sabes? Aquí no solo leemos noticias relacionadas con la moda y las estrellas de cine. Caruso se encarga de una sección de la revista dedicada al millonario del mes. Si sigues así, terminaremos escribiendo algo sobre tí.


–Gracias –contestó Ivana divertida.


Paula soltó una carcajada.


–Bueno, todavía no tengo tanta influencia en la revista. Pero poco a poco la voy consiguiendo. Caruso me ha dejado escribir un artículo sobre la vida en Nueva York para un recién llegado. Se llama «Nueva en la Ciudad». Saldrá en la edición de abril. Te enviaré una copia.


–Compraré la revista, mejor. 

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