viernes, 5 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 16

Pedro tomó su mano enguantada entre las suyas, como si con aquel gesto pudiera hacérselo entender.


–No puedo hacerte comprender lo inoportuno que es este momento. Mañana, no, hoy mismo sale mi vuelo. Y no sabes cuántas cosas tengo que  solucionar antes de poder pensar siquiera en pedirte que salgas conmigo.


Paula apartó inmediatamente la mano.


–Estás casado –dijo con vehemencia.


Pedro pareció quedarse completamente desconcertado.


–¿Qué?


De pronto, Paula comenzó a sentir que había retomado el control de la situación.


–¿Tu esposa no te comprende? –sugirió–. Seguro que en cuanto me viste te diste cuenta de que yo era una mujer capaz de comprender lo duro que es tu trabajo. O la cantidad de tiempo que te ves obligado a pasar con tus clientes.


Pedro permanecía en completo silencio. Por primera vez, la miraba como si se tratara de una completa desconocida.


–Has salido con muchos hombres casados, ¿Verdad? –preguntó por fin.


–No hace falta salir con muchos hombres casados para saberse su perorata.


El rostro de Pedro volvió a cambiar. Incluso bajo la cruda luz de neón de aquel café, su boca continuaba resultando elocuente. Le daba el aire misterioso de un poeta. Y el aspecto de un hombre que sabía perfectamente lo que quería.


–¿Eres de naturaleza cínica? –preguntó Pedro, sobresaltándola–. ¿O alguien te ha hecho daño?


Paula retrocedió como si se hubiera clavado una astilla entre las uñas.


–Todavía estás en proceso de recuperación, ¿Verdad?


Ella apretó los labios, esforzándose para que dejaran de temblarle.


–Eso no es asunto tuyo.


–No te preocupes. Lo superarás. Todos lo superamos.


De pronto, Paula ya no quería seguir hablando con él. No le importaba lo excitante que hubiera sido bailar a su lado. Aquello estaba siendo demasiado peligroso para su paz mental. Vació la taza y miró el reloj.


Pedro suspiró.


–De acuerdo. Soy un insensible. Siempre lo he sido. Pero ya tendré tiempo de ser sensible más tarde, cuando llegue el momento. Esta noche…


–Esta mañana –lo corrigió Paula con una falsa sonrisa–. Y es tarde. Tengo que volver a casa –se levantó.


–Quédate –le pidió Pedro–. Solo quince minutos…


Pero Paula ya no lo estaba mirando.


–Pero si todavía no sabemos nada el uno sobre el otro –protestó Pedro.


–Oh, ya me has quitado varias capas de piel –repuso Paula secamente–. ¿Qué más quieres?


Salió de detrás de la mesa, se enderezó y se colgó el bolso al hombro.


–Tú no sabes nada sobre mí –insistió Pedro. 

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