viernes, 12 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 32

 –Creo que tú mismo podrías contestar a esa pregunta.


–¿Qué? –preguntó Pedro, mirándola con incredulidad.


–No acepto órdenes –anunció Paula–. Y menos de personas a las que no conozco –añadió.


No terminaba de comprenderse a sí misma. Normalmente era Ivana la que se mantenía siempre en sus trece y se negaba a recibir órdenes. Paula era mucho más conciliadora. Pero aquel hombre no la hacía sentirse conciliadora en absoluto. Pedro sacudió la cabeza con incredulidad. 


–Estuvimos hablando. Tú sabías tanto de mí como yo de tí.


–Ni siquiera sabía cómo te llamabas.


–Pero sabías más de mi nombre que yo del tuyo.


–Exacto –replicó Paula triunfante–. Soy una mujer moderna. Sé cómo defenderme de los acosadores.


Se hizo un corto y tenso silencio.


–Sabías que no era un acosador. En caso contrario, no habrías aceptado tomarte un café conmigo.


–Eso fue antes de que intentaras subir a mi casa.


–Así que te acuerdas…


Oh, claro que se acordaba. Paula sintió calor, frío… Y otra vez calor. Pero aquel hombre no iba conseguir que se sonrojara, se prometió. Claro que no.


–Creo que ya es hora de que te vayas.


–Cobarde –respondió Pedro, suavemente.


Paula se negaba a mirarlo a los ojos.


–En absoluto. Pero mi familia…


–Están todos cenando fuera. Y no volverán hasta dentro de unas horas.


–¿Cómo demonios lo sabes?


–Me lo ha dicho Ivana.


A Paula no se le ocurría qué decir.


–Así que has estado espiándome –pero hasta a ella le sonaba falsa su indignación.


–Simplemente, recopilando información. Francamente, hasta ahora no había tenido tiempo de hacerlo.


–¡Que no habías tenido tiempo! ¿Te estás disculpando por no haberme espiado?


–Bueno, es obvio que pretendes que me disculpe por algo.


–No quiero que te disculpes por ninguna maldita cosa –contestó Paula entre dientes.


Lo cual, por supuesto, le proporcionó a Pedro exactamente la ocasión que estaba buscando.


–Magnífico. En ese caso, ya podemos empezar a hablar de lo que va a pasar a partir de ahora.


Paula se irguió todo lo alta que era.


–Yo me voy a ir a la cama ahora mismo –dijo con énfasis–. Y tú…


Pedro volvió a interrumpirla.


–No, todavía no. Es una buena idea, pero creo que es demasiado pronto. 


Paula se quedó mirándolo fijamente, demasiado atónita incluso para enfadarse.


–Pero lo haremos –continuó Pedro con una sonrisa odiosamente amable–. Te lo prometo. Aunque no esta noche.


Paula estuvo a punto de tirarle un jarrón de porcelana a la cabeza.


–Y cuando pienses en ello, estarás de acuerdo conmigo en que es mejor así. Es halagador. Pero no quiero que nos precipitemos.


–No era eso lo que quería decir, y lo sabes –gritó Paula.


–Y ahora, enséñame dónde está la cocina. Es evidente que tienes frío, te sentaría bien algo caliente.


–Ni tengo frío ni me apetece tomar nada caliente. ¿Cuántos años crees que tengo?


Pedro se tomó muy en serio su pregunta. Aquello le dió la oportunidad de dejar que su mirada vagara por todo el cuerpo de Paula.


–Yo diría que entre cuatro años y bastante siglos.


Paula se quedó tan desconcertada que se olvidó hasta de lo enfadada que estaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario