miércoles, 10 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 30

Pero nada le resultó tan extraño como llegar a casa y encontrarse con un distraído beso de su madre, en vez de la calurosa bienvenida que esperaba. Diana Chaves había intentado persuadir a su hija para que celebrara la boda del siglo. Había planificado una ceremonia en una catedral, una fiesta en un castillo medieval y fuegos artificiales a media noche. Como Ivana y Manuel se habían opuesto a sus padres, había decidido emplear su considerable talento organizativo en celebrar la ceremonia más elegante del siglo. Paula se metió en el baño en cuanto le hubieron tomado medidas para ajustarle el vestido. Y acababa de salir cuando su madre y su padre la dejaron para ir a cenar con la familia de Manuel. Salió a la escalera envuelta en una toalla para despedirlos.


–¿Estás segura de que estarás bien? –le preguntó Diana preocupada.


–Contenta y dispuesta a disfrutar de la noche –le aseguró Paula. 


–No montes tanto alboroto –gruñó Miguel Chaves–. Seguro que en cuanto nos vayamos encarga una pizza y se pone una película infantil.


Paula no lo negó. Al poco tiempo de casarse su madre con Miguel, había descubierto que ella y su padrastro compartían una pasión por las películas infantiles que los otros dos miembros de la familia no comprendían.


–Claro que sí.


Pero en cuanto sus padres se fueron, la sonrisa desapareció de sus labios. Aquella boda, pensó, estaba creándole más dificultades de las que pensaba. Se puso un antiguo batín de la universidad y fue al cuarto de juegos que antes compartía con Ivana. Allí estaba todo. Sus cuentos favoritos, el conejo despeluchado, las muñecas que Ivana vestía para ella, la caja de acuarelas, en la que faltaba el color turquesa porque siempre había sido su color preferido… Paula tragó saliva. En ese momento, sonó el timbre de la puerta principal. Decidió no abrir. Pero luego pensó que quizá sus padres hubieran olvidado la llave o algo parecido. De manera que bajó precipitadamente las escaleras, sin molestarse siquiera en calzarse.


–¿Se han olvidado el informe de la familia? –bromeó mientras abría la puerta de par en par.


Por segunda vez aquel día, se encontró cara a cara con Pedro Alfonso.


–¡Oh!


Pedro no había sido capaz de creérselo la primera vez que había visto su fotografía en el piso de Ivana. Durante algún tiempo, incluso se había acusado a sí mismo de estar tan obsesionado que no era capaz de quitarse a aquella chica de la cabeza. Pero pronto se había dado cuenta de que no era un espejismo. De hecho, comprendió que debía de haber estado viendo aquella fotografía durante meses, sin fijarse realmente en ella. Esa debía ser la razón por la que nada más ver a Paula había tenido la sensación de reconocerla. Y, sabiendo por fin quién era y que coincidiría con ella el día de la boda de Ivana, había conseguido concentrarse en los planes para salvar su compañía. Nunca se le había ocurrido preguntarse cómo reaccionaría Paula cuando lo viera. Pero en cuanto había llegado, había comprendido que no tenía sentido intentar hablar con ella delante de Ivana. Entre otras cosas, porque Paula no había parecido en absoluto complacida con el curso que habían tomado los acontecimientos. De modo que había decidido mantener un tono frío e inexpresivo. Al marcharse de casa de Ivana, había podido sentir la frustración de Paula tras él. 

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