miércoles, 24 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 58

 –Así que decidí presentarme en la puerta de su casa a medianoche. Con una botella de champán y sin ropa interior.


Pedro hizo un sonido extraño.


–Él no lo supo nunca, por supuesto. Nunca tuvo el menor interés en averiguarlo –tragó saliva y le dirigió una dolorosa sonrisa–. Llamó a un taxi para que me llevara a mi casa. Fue muy amable.


–No te creo –repuso Pedro.


Paula alzó la mirada hacia el panel de vuelos. Tomó su bolsa de viaje y se la colocó al hombro.


–Lo siento –se disculpó, y comenzó a caminar.


–No te creo –insistió Pedro, con voz más fuerte.


Paula se volvió y lo miró a los ojos.


–No me extraña. Tú mismo me dijiste que tenías dificultades para entender a las mujeres, ¿Verdad?


Pedro se quedó completamente helado. Y Paula continuó caminando.




El mes siguiente fue como una pesadilla. Paula se entregó por completo a su trabajo, pero en el fondo de su mente, aparecía siempre el rostro de Pedro. Cada vez que pensaba en lo ocurrido, daba un respingo. En una ocasión, saltó literalmente en su asiento de trabajo. Estaba intentado concentrarse en un artículo cuando sufrió uno de aquellos ataques de la memoria. Fue tal el impacto que se llevó las manos a las mejillas y exclamó en voz alta: 


–¡Oh, no!

–¿Es una mujer con un terrible secreto lo que he oído? –preguntó Nadia, mientras se acercaba hacia la fotocopiadora.


–¿Un secreto? Ya no me queda un solo secreto.


–Eso suena fatal.


–Y no me extraña. Los derroché todos con el último hombre… –se interrumpió–. Bueno, no importa.


Nadia la miró con astucia. 


–No estamos hablando de ese tipo del departamento de contabilidad, ¿Verdad?


–¿Qué tipo?


–Ya sabía yo que no –dijo Nadia con satisfacción–. De hecho, creo que no has vuelto a mirarlo desde que regresaste de la boda de tu hermana. ¿Qué ocurrió allí?


–Nada –contestó con tanta fiereza que hasta Nadia pestañeó.


Pero Paula no estaba hablando con Nadia. Estaba hablando consigo misma. Al principio, cada vez que llegaba a casa encontraba algún mensaje de Pedro en el contestador. El tono variaba desde el más dulce y razonable hasta la fría exasperación, pero el mensaje era básicamente el mismo: «Llámame». Al cabo de un tiempo, los mensajes cesaron. Se dijo a sí misma que era un alivio. Pero eso no impedía que llamara cada hora a su propia casa para comprobar si tenía mensajes en el contestador. Pero Pedro parecía haber desaparecido. Y no tardó en descubrir por qué, gracias a Ivana.


Una mañana de mayo, Paula encendió el ordenador y descubrió que tenía un mensaje esperándola en el registro central de Elegance Magazine. Se titulaba «Mi primer millonario». Las palabras de Ivana le resultaban tan cercanas como si estuviera en aquella misma habitación. "He pensado que te encantaría leer esto. Yo estoy contentísima. Manuel no para de decirme que no debería estar tan emocionada, que es malo para el bebé. Pero creo que mi hijo debe compartir mis triunfos. Teniendo en cuenta el desastre que voy a ser como madre, pienso asegurarme de que sepa que soy una excelente asesora de dirección, para que pueda guardarme algún respeto".


Paula sonrió. Aquello era muy propio de Ivana. Pero la sonrisa desapareció de sus labios al leer la siguiente frase. "Así que olvídate de Bugs Bunny. Mi hijo y heredero va a tener un póster de Pedro Alfonso en su habitación. Posdata: Es una foto genial. Es tan inteligente que a veces una se olvida de lo guapo que es".

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