viernes, 26 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 62

 –El señor Alfonso quiere ver a la señorita Chaves –dijo la recepcionista utilizando su voz más grave y sensual. 


Evidentemente, la cercanía de Pedro estaba teniendo su efecto. Paula emitió un pequeño grito, soltó el teléfono, lo recogió y sintió que el corazón le latía de tal manera que apenas podía respirar…Y bajó a verlo. La recepcionista estaba de pie, inclinada hacia él, señalándole algo en un mapa. Dejaba que su pelo rozara la chaqueta de Pedro y éste, advirtió Paula, no se apartaba.


–Hola –los saludó.


Inmediatamente lamentó su tono. Parecía la profesora de un parvulario intentando demostrar que ella tenía el control de la situación. Le tendió a Pedro la mano como una autómata y se la sacudió con vigor.


–Encantada de volver a verte –apartó su mano y señaló hacia una pequeña habitación–. ¿Podemos empezar a hablar?


–Para eso he venido –dijo Pedro con voz suave y divertida.


Paula hizo un esfuerzo sobrehumano por permanecer fría.


–Sí. Bien. Quiero que sepas que nos entusiasma que hayas aceptado esta entrevista.


–¿De verdad? –preguntó Pedro, arqueando una ceja.


Paula tragó saliva. ¿Cómo era posible que pareciera tan sexy cuando iba vestido exactamente como se vestía su padre para ir a trabajar toda las mañanas? ¡Aquello era injusto!


–¿O quizá preferirías que hubiéramos hecho la entrevista por teléfono? Sé que has tenido que venir entre reunión y reunión.


Pero cada una de las palabras de Pedro desmentía la afirmación de Paula. Aceptó el café, aceptó abrirse paso entre las plantas para sentarse en el sofá de la habitación e incluso aceptó leer el reportaje de ella de la edición de abril. Paula lo miraba preguntándose cómo podría soportar mantener una conversación con una mujer con la que había hecho el amor hasta la locura. O cómo podía esperar que ella hablara tranquilamente con él. No sabía si sentirse asombrada u ofendida. Y lo más alarmante del caso era que, en realidad, se sentía herida. Fijó la mirada en su lista de preguntas y le hizo una al azar.


–¿Te sorprendiste al ver que las acciones de Watifdotcom atraían tanto interés?


–No. ¿Por qué te alejaste de mí en el aeropuerto?


–¿Cuándo empezaste a interesarte por la informática?


–A los seis años. ¿Por qué no has contestado a mis llamadas?


–Porque no quería –respondió desafiante–. ¿Por qué debería haberlo hecho?


Pedro apretó los labios. ¿Estaba reprimiendo una sonrisa?


–¿Por qué dejaste la universidad? ¿No ganabas dinero suficiente?


–¿Has salido mucho? ¿Has disfrutado de tu vida en Nueva York?


–Nueva York es una ciudad fabulosa.


Pedro miró a su alrededor.


–Desde luego. ¿Te gusta todo este glamour? –le preguntó con curiosidad.


Paula siguió el curso de su mirada. Si bien el resto de Elegance Magazine había sido redecorado, la entrada y el vestíbulo conservaban el mismo diseño desde mil novecientos veintidós. Armarios lacados en negro, decoración con motivos egipcios… Un tipo de diseño que le producía indigestión visual.


–Parece el decorado de una película muda –dijo con desprecio.


En aquella ocasión, Pedro no disimuló su risa. La miró a los ojos con aire desafiante. 

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