miércoles, 10 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 28

 –¿Te refieres a los hombres? De acuerdo, has cometido algunos errores, pero eso le pasa a todo el mundo.


–No, tú nunca te has metido en tantos líos como yo. No has tenido que soportar rupturas dolorosas. Cuando le dices adiós a un hombre, continúan siendo amigos.


–Quizá sea porque con ninguno me he sentido realmente comprometida – contestó Paula alegremente, aunque le dolía–. Ya me conoces, cerebrito. Tan fácilmente como vienen, se van.


Se dirigió hacia la elegante sala de la casa de Ivana y se dejó caer en el sofá. Se quitó los zapatos y subió los pies. 


–Cuéntame quién va a estar en ese lío que han organizado.


Ivana hizo una mueca.


–Afortunadamente, la iglesia es muy pequeña. Eso es lo único que ha conseguido ponerle límites a Diana. Vendrán unas doscientas personas. La familia de Manuel se desplazará desde todos los rincones del mundo.


–Estupendo –dijo Paula sin ningún interés–. ¿Y también va a ir Pedro?


–Por supuesto. ¿No te ha gustado?


Paula se encogió de hombros.


–Parece el típico hombre de negocios, un tipo aburrido –estaba realmente orgullosa de la indiferencia que estaba consiguiendo imprimir a su voz.


Ivana soltó una carcajada.


–Deberías oír hablar de él a sus empleadas. Lo consideran como una mezcla de Robin Hood y el dios Apolo.


–¿De verdad?


–Bueno, en este momento está intentando salvar su empresa y, con ella, sus puestos de trabajo –le explicó Ivana–. Ha conseguido que su compañía desarrolle las más altas tecnologías. Además, se ha comprometido a compartir los beneficios con sus trabajadores. Creo que incluso para mí es una especie de héroe.


Paula enterró la nariz en el café, sin decir nada. Parte de ella se sentía exultante ante aquellas alabanzas. Y no sabía por qué, la otra parte de ella, la más sensata, se sentía incómoda.


–Háblame de mi vestido –dijo, intentando cambiar de tema.


–Será una especie de túnica, como el mío, pero de color azul.


–¿De color azul cielo, como una niña pequeña?


–No, no. Un color mucho más sofisticado.


Paula apretó los labios.


–Bueeno –repuso, burlona–. Pero nada de tules ni encajes, ¿De acuerdo?


Ivana reprimió una sonrisa.


–Nada de tules y nada de encajes –se mostró de acuerdo.


–Entonces me lo pondré. He traído un vestido de Nueva York, pero puedo dejarlo para el baile de después de la boda. Porque habrá baile, ¿Verdad?


–Conoces demasiado bien a mamá –dijo Ivana con pesar–. Le dijimos que no, pero no nos hizo ni caso. De modo que habrá baile.


–Magnífico –dijo Paula con entusiasmo.


Montones de músicos y antiguos amigos con los que bailar. Con un poco de suerte, podría reducir su conversación con Manuel al mínimo. 

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