miércoles, 24 de noviembre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 59

A Paula se le hundió el corazón mientras abría el archivo adjunto que le enviaba. Era un artículo corto, al parecer procedente de un periódico de Sídney, en el que se daba cuenta de la entrada de Pedro en el club de los millonarios de la informática. Hacía una breve semblanza de los rápidos progresos de la empresa y al final reproducía una fotografía que, tal como Ivana anunciaba, era maravillosa. Horrible y memorablemente maravillosa. Por alguna razón, lo habían fotografiado al borde de un yate. Parecía una fotografía tomada durante unas vacaciones. La imagen digital de la pantalla mostraba con crueldad cada detalle de sus músculos. Sus ojos oscuros parecían desafiar al sol. Parecía alerta, intensa, y energéticamente vivo. Sintió que el corazón se le caía a los pies.


–Bonita foto –comentó Nadia por encima de su hombro.


Paula dió un bote en la silla.


–¿Tú crees?


–¿Quién es?


–Un cliente de mi hermana.


–Tu hermana es una mujer afortunada.


–A mi hermana no creo que le importe. Acaba de casarse con el amor de su vida.


–Si yo fuera tú, le pediría que me pasara el teléfono.


–Ya lo tengo –replicó Paula.


–En ese caso, la afortunada eres tú.


Paula le arrojó una bola de papel y Nadia se echó a reír.


–Será mejor que seas amable conmigo si no quieres que le hable a Diego de su rival.


Pero no fue a Diego a quien se lo dijo. Sino a Leticia Caruso. Delante de todo el departamento.


–Tenemos que mejorar la sección de «Millonario del mes» –comentó Caruso–. El artículo de abril era un desastre.


–Tenía ochenta años y vivía a las afueras de Florida –se quejó el responsable del artículo–. Encuéntrame algún millonario sin descubrir que tenga una vida más emocionante.


–Bueno –dijo Caruso–. Es posible que ya lo haya hecho alguien. Paula, ¿Quieres hablarnos de «Mi primer Millonario»?


Paula estaba garabateando en su cuaderno. Al oír su nombre se sobresaltó:


–¿Qué? 


–El correo electrónico que has recibido esta mañana. ¿Quién era el tipo?


Cuando ya era demasiado tarde, Paula recordó que todos los correos que se recibían iban directamente al ordenador central, de modo que cualquiera podía consultar el índice de los correos recibidos.


–Era un mensaje de mi hermana –replicó al instante.


–¿Y?


–Sobre un… amigo.


–¿Entonces tú conoces a ese millonario? –preguntó Caruso–. ¿Y cómo es?


Fue entonces cuando intervino Nadia.


–Guapísimo. Y Paula tiene su número de teléfono.


–Magnífico –los ojos de Caruso resplandecían–. Quiero detalles.


–Pero yo no conozco ningún detalle –respondió Paula, alarmada.


–Entonces investiga. Eres periodista, ¿Verdad? –y continuó con el siguiente tema.


Así que Paula regresó a su ordenador y comenzó una búsqueda por Internet sobre el antiguo profesor y, al parecer, reciente millonario. Cuando tuvo preparado el informe se lo llevó a Caruso.


–Alfonso–comentó su jefa–. Creo que alguien estuvo hablando con él la otra noche. Es el nuevo millonario cibernético. Supongo que aquí tendremos una buena historia.


–Solo es otro obseso de los ordenadores.


–Un obseso –exclamó Caruso entre risas–. Me encanta cuando te pones tan británica.


Paula frunció el ceño. Sabía cuándo se estaban burlando de ella. 

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