miércoles, 18 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 9

 «Desde luego», pensó Pedro, sintiendo que su respiración se ralentizaba al verla. Lo que estaba sintiendo le recordó lo que Paula le había dicho. Por una razón u otra, había pasado de mujer en mujer así que, según su teoría, su atracción debía deberse simplemente a que ella estaba ahora en primera línea de fuego.


—¿De quién hablan? —preguntó Luciana desde la puerta.


—¡De tí, cariño!


Daniel la miró sonriendo a la vez que se daba unas palmaditas sobre los muslos. Luciana puso cara de desesperación, pero siguió sus instrucciones y acudió a sentarse sobre su regazo. Pedro observó el juego con el rabillo del ojo mientras su mirada seguía fija en el programa de televisión.


—¿Es ésa la abogada de Macarena? —dijo Luciana, antes de echarse a reír también—. Yo hubiera pagado por estar en su equipo. Macarena lo ha hecho bien...  A pesar de todo, esa chica ha sido lista.


Pedro había pensado desde el principio que Macarena era una chica con suerte. La chica lista era la que se sentaba a su lado, la que manejaba las cuerdas. Y lo más importante era que la chica lista sabía lo que quería y no iba a dejar que nada se interpusiera en su camino. Echaba de menos aquella sensación. En el pasado él también había sido así, pero el transcurso de los años había acabado con aquello.


—Tenías razón, chico. No parece que le hayas caído demasiado bien —dijo Daniel—. Se le nota en los ojos. Está tan contenta de haberte machacado como de que su cliente ganara.


Luciana se inclinó hacia delante para mirarla más de cerca y después se giró hacia su hermano.


—Pobre Pedro. La única mujer que no se hubiera apuntado a tu club de fans resulta ser la abogada de tu ex mujer en tu divorcio.


Pedro asintió con la cabeza, pero su pensamiento ya estaba muy lejos de allí. La sala en la que se celebraba la conferencia de prensa le resultaba familiar... ¡La clase de cocina! Había entrado allí por error cuando buscaba la sala de reuniones.


—Tienen unas instalaciones fantásticas en ese sitio.


—¿Sí? —Pedro sintió la mirada que se cruzaron Luciana y Daniel.


—Tienen guardería, cafetería y clases de cocina para los nuevos solteros.


La sensación que había ido creciendo en su interior a lo largo de la mañana llegó a su punto álgido y entonces lo comprendió todo. De repente supo a qué se iba a dedicar aquel día.


—Había pensado volver por allí y echar un vistazo.


—¿Vas a apuntarte a clases de cocina?


Pedro se sintió como si se acabara de despertar de un largo sueño.


—Tal vez, ¿Por qué no?


—Sí —asintió Luciana—, tal vez debas pasarte y ver cómo es aquello.


—Tal vez lo haga.


Pero sabía que lo haría de todas maneras.

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