viernes, 20 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 12

¡Qué hombre! Paula empezó a notar picores en las manos al mismo tiempo que la temperatura de su sangre aumentaba. Guardó el cristal en un cajón de la mesa para no dejarse llevar por las ganas de darle con él en la cabeza.


—No me encargaré de su divorcio, señor Alfonso —su voz temblaba por la indignación.


—Te recuerdo que me llamo Pedro.


Ella tomó aire lentamente y contó hasta tres.


—De acuerdo. No me encargaré de su divorcio, Pedro. Sólo trabajo para aquellas personas que se toman el matrimonio como algo serio y usted no me da la impresión de ser una persona seria. Y si ha investigado algo sobre mí, sabrá que yo no hago esto para promover el divorcio, sino para que mis clientes puedan estar con las personas adecuadas  para ellos.


—De acuerdo.


—¿De acuerdo?


—Como le he dicho, no hay víctima todavía. Puesto que eres una celestina de renombre, lo que necesito es que me ayudes a encontrar a mi siguiente esposa.


—Creo que lo que me conviene ahora mismo es ponerme manos a la obra —dijo Pedro. Romy se quedó boquiabierta.


—¿Manos... a... la... obra?


Se había puesto deliciosamente colorada. Él había oído decir que algunas mujeres se ponían aún más guapas cuando estaban enfadadas, pero siempre había pensado que era un mito. Hasta entonces.


—De acuerdo... La frase no ha sido muy apropiada. Aunque ahora mismo eso te parezca imposible, creo que puedo llegar a ser un buen marido —dijo él—. Y puesto que eres una experta en la materia...


—No puedo considerarme ni de lejos una experta, señor Alfonso.


—¿Pero estás comprometida, no? —preguntó él.


Su boca se cerró de golpe y por sus ojos pasó una sombra de sorpresa, pero no dijo nada al respecto. Pedro se planteó si Daniel podía tener razón y aquello sería una mentira creada por ella para mantener alejados a los hombres. Una preciosidad como ella, que pasaba todo el día con hombres que acababan de recuperar la soltería, tenía motivos para haber creado un rumor como aquél. Pero pensó que era más fácil que fuera verdad. Además, aquello le daba un motivo más para no caer en la trampa de verla como una solución temporal a su soledad y para centrarse en lo realmente importante. Sus magnéticos ojos azules mostraban desaprobación, pero ése era el espíritu que él deseaba: que toda su fuerza se dirigiese contra él y no con él. Ella había dejado claro que no le gustaba. Perfecto.


—He hecho unas cuantas llamadas y he oído un montón de cosas buenas de su grupo de divorciados —dijo él.


—Señor Alfonso, le aseguro que no le voy a poner delante de ese grupo de personas inocentes. Son gente seria y han sufrido mucho, mientras que usted actúa como si esto fuera... ¡Un juego!


¡Ah! Así que era eso lo que la molestaba; no iba a utilizarla como paño de lágrimas y no la necesitaría para arreglarlo todo. Bueno, si eso era lo que ella necesitaba...

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