miércoles, 11 de agosto de 2021

Duro De Amar: Capítulo 63

Los lechos de musgo... Si no estuviera Nicolás...


–Es lo malo de jugar a las familias –dijo Pedro secamente.


Ella se sonrojó y él alzó las manos y la agarró cuando bajó del lomo de Rocky. Estaban pensando exactamente lo mismo.


–Nadar –apuntó Pedro con una chispeante mirada–. Es lo segundo mejor que se me ocurre, tendrá que servir.


–Pues vaya segunda opción –contestó y él la abrazó y la besó mientras Nicolás suspiraba al verlos.


–¡Puaj! ¿Es que no van a nadar?


–Una cosita que empieza por la N –dijo Paula mientras abrazaba a Pedro pensando que tal vez todo saliera bien, que pudieran exorcizarse sus demonios y conseguir un final feliz–. Tres cosas. Una empieza por la N, otra por la P y otra por la D.


–¿Nadar, picnic, dormir? –preguntó Pedro sin soltarla.


–¿Dormir? –repitió Nicolás atónito–. ¿Quién querría dormir aquí? ¡Venga, vamos!


Nadaron hasta quedar agotados, Nicolás se quedó fascinado con la cueva, de la que no dejaba de entrar y salir a través del agua, y la declaró su escondite secreto. Paula organizó unos tontos, pero entretenidos, juegos de buceo y saltaron de una plataforma a otra de la cascada siguiendo el curso del agua. Juntos exploraron cada centímetro de ese mágico lugar. Y, finalmente, se tomaron el picnic. Después, Paula y Nicolás se acurrucaron sobre la manta que había llevado Pedro y los tres terminaron apoyados unos en otros. ¿Como una familia?


–Me gustaría estar siempre así –murmuró Nicolás medio dormido– . Paula puede ser mi madre y Pedro mi padre y así tendremos una familia.


Y con esas pocas palabras, Paula sintió que las cosas cambiaron. Pudo sentir a Pedro tensarse.


–Brenda es tu madre.


–No me quiere –respondió Nicolás, que seguía sonando medio dormido–. La oigo por teléfono. Ahora tiene el número de mi padre y le dice que tiene que venir a por mí. Le dice: «Es un gran chico y tú eres un cerdo por abandonarnos y abandonarlo a él... No es mi hijo, Adrián, y si crees que voy a cargar con él para que tú puedas seguir por ahí jugando al soltero... O vienes a final de mes o llamo a los servicios sociales». Y no sé qué son los servicios sociales.


¿Qué podían responderle ante algo tan repugnante?


–Supongo que significa que tu padre vendrá a por tí a final de mes –dijo Paula intentando hablar con certeza y seguridad.


–No me quiere –contestó Nicolás acurrucándose más contra ella, que estaba acariciándole el pelo–. No ha hablado conmigo desde que se marchó. La última vez que Brenda habló con él le preguntó que si quería hablar conmigo, pero mi padre colgó. Qué bien se está aquí.


Y cerró los ojos como si hubiera apartado esa conversación de su mente.


Los tres se quedaron envueltos por el silencio del sueño y por el suave sonido del agua. Los caballos estaban tendidos en la hierba y la sombra moteada por el sol les proporcionaba el lugar perfecto para dormir. Paula seguía apoyada sobre Pedro y, a pesar del sueño que la había invadido, no podía dejar de sentir su tensión.


–No puedo –dijo Pedro al asegurarse de que Nicolás estaba dormido–. Jamás podría...


–Yo tampoco creo que pudiera –¿Ocuparse de un niño? Tenía veinticinco años y ninguna idea de cómo criar a un niño–. Hace falta un mundo para criar a un niño –susurró–. Lo he leído en alguna parte.


–Y él no tiene a nadie.


–Su padre...


–Iré a por ese... –Pedro se detuvo–. Iré a por él y le obligaré a hacer lo que tiene que hacer.

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