viernes, 20 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 11

Era el momento de sacarle ventaja al factor campo. Rodeó el escritorio y se sentó tras la mesa, feliz de poder interponer un obstáculo entre su cuerpo y la mirada de Pedro. Sin darle importancia, tomó el cristal azul y lo hizo rodar en su mano.


—Puesto que su ex mujer es cliente mío, no estoy segura de qué tipo de charla podemos tener sin crearnos un problema de ética. Aunque supongo que usted no había pensado en eso. 


«Contesta a eso» pensó Paula.


—Pues el caso es que sí había pensado en ello, así que llamé a Macarena esta mañana y ella me aseguró que el contrato entre ustedes dos finalizó en el momento en que yo firmé en la línea de puntos.


Genial. Se llevaba bien con su mujer hasta el punto de tener conversaciones telefónicas con ella. Bueno, ella no pensaba rendirse ante aquella fachada tan perfecta. Sabía mejor que nadie que una cara angelical no tenía escondía obligatoriamente a un angelito.


—De acuerdo. Si quiere hablar, hablemos, señor Alfonso.


—Creo que este lugar es bastante sorprendente.


No había nada que discutir en aquella afirmación.


—Continúe.


—Y de todas las cosas sorprendentes que ví ayer, tú eres la guinda del pastel. Eres un oponente al que no hay que infravalorar... El mejor con el que me he cruzado.


El modo en que Pedro dijo todo aquello hizo que Paula lo imaginara enfrentándose a ella de un modo totalmente distinto al que él estaba pensando, y la fotografía mental hizo que su corazón palpitase al doble de velocidad que con el Pilates. Podía seguir culpando al hambre y las endorfinas provocadas por el ejercicio, ¿No?


—Y me gustaría contratar sus servicios —terminó él.


—Le agradezco el cumplido, pero si desea que le represente, temo decirle que soy un abogado especializado y no le sería de ninguna utilidad más que en un caso de...


Pedro observó fascinado cómo el color desaparecía de la cara de Paula, haciendo aún más evidentes sus enormes ojos perfilados con lápiz de ojos corrido.


—¡Oh, no! —dijo ella—. No me diga que ya tiene a otra pobre víctima en la trampa y que ya se está preparando para el momento en que se libre de ella.


Aquella frase era tan ridicula que Pedro estuvo a punto de echarse a reír. Pero se dió cuenta de que ella hablaba muy en serio. Además, tenía una extraña piedra azul en la mano ¡Y parecía a punto de lanzarla contra él!


—No hay ninguna víctima, Paula —dijo Pedro, y añadió para provocarla—, pero soy un hombre pragmático y sé que la siguiente ex señora de Pedro Alfonso está ahí fuera mientras nosotros perdemos el tiempo hablando.

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