viernes, 27 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 27

Paula llegó a la sala, se sentó en la segunda fila y, tras el saludo inicial a todos los presentes, el primer nombre que se pronunció fue el suyo.


—Señorita Chaves, tenemos que agradecerle el nuevo cliente que ha traído al bufete —fue Gerardo Archer el que habló, el socio de más edad.


—Sí, señor —dijo ella.


Antes de que pudiera decir nada más, la voz de Gerardo volvió a romper el silencio.


—¡Hablando del rey de Roma!


Todos los presentes se dieron la vuelta y Paula sintió como si una mano la agarrara fuertemente la garganta. Al volverse como los demás, encontró al hombre que ocupaba sus pensamientos apoyado en el dintel de la puerta, con un aspecto magnífico con un traje de tres piezas y corbata de rayas. Ella contuvo un quejido mientras Gerardo presentaba al nuevo cliente del bufete a todos los presentes. Pedro sonrió y ella vió que muchos de aquellos duros abogados lo miraban como si fuese un héroe.


—Para aquellos de ustedes que no lo sabían —continuó Gerardo—, el señor Alfonso ha puesto todos sus asuntos legales en nuestras manos, incluyendo la gestión de su importante cartera de acciones y sus intereses inmobiliarios.


Ella sabía que Pedro estaría sonriendo y asintiendo con su gracia natural.


—Bien, estamos muy complacidos de que se haya unido a nosotros, Pedro —dijo Gerardo—. Un hombre tiene que estar seguro de sí mismo para dar el giro necesario para cambiar una situación negativa. Le gustará la filosofía de nuestro bufete.


—Encantado de estar aquí, Gerardo.


Los presentes empezaron a aplaudir, la puerta se cerró y Paula adivinó que Pedro se había marchado. Ella se lo agradeció; no hubiera soportado pasar la siguiente media hora con él detrás. Gerardo se volvió de nuevo hacia Paula.


—Excelente trabajo, señorita Chaves. Este es justo el tipo de trabajo enfocado al cliente que necesitamos. Será tarea suya el atarlo en corto, así que queda liberada de sus casos para que dedique toda su atención al misterioso proyecto de Pedro.


Paula hervía de rabia en su asiento.


—Son los clientes lo que hace crecer a un bufete, no los casos. Aquellos que los traigan obtendrán su recompensa. Bien hecho — dijo Gerardo para todos los presentes.


Paula asintió ocultando su enfado. No había tenido siquiera la oportunidad de rechazarlo y ya tenía instrucciones de ayudarlo a toda costa. Pero... Aquello podía ser mucho más divertido de lo que había pensado al principio: Después de todo, ella se tomaba muy en serio su trabajo.




—¿Cómo ha ido la reunión? —preguntó Karen cuando Paula llegó al despacho—. Parece que bien, ¿No?


—Quiero a Pedro en mi oficina lo antes posible.


—¿Y quién no?


—Karen...


—Sólo digo que admiro a la mujer que sabe lo que quiere y no tiene miedo de admitirlo.


—Karen, no me refiero a eso y lo sabes.


—Claro, jefa. Lo convenceré para que mueva su estupendo trasero hasta aquí.


—Está en el edificio.


Karen arqueó las cejas.


—Sé que les dedicas a tus clientes una atención extrema, pero mandar que le sigan me parece excesivo.


—Ha venido a la reunión de esta mañana.


—Ah, de acuerdo. ¿Quieres tener la puerta cerrada cuando llegue? No molestar y todo ese rollo...

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