viernes, 20 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 13

 —Te aseguro Paula que esto no es un juego. Soy una persona seria y he sufrido —extendió los brazos hacia ella e incluso arrugó los labios. 


Ella lo miró incrédula, pero él creyó ver el primer signo de interés real. Haciendo un esfuerzo visible, consiguió relajar su expresión, se humedeció los labios con la lengua y esbozó una sonrisa.


—No sabría por dónde empezar.


—Bueno, eso es lo bonito de todo esto. No soy sólo un candidato muy motivado sino que tengo mis propias ideas, pero necesito su ayuda para ponerlas en marcha. Estoy seguro de que has investigado mi pasado y que ya me conoces mejor que yo mismo. Quiero que me moldees, que me des forma para hacer de mí el hombre con el que cualquier mujer deseara casarse.


Los ojos de Paula se encendieron y él lo notó. Se había encendido de nuevo con ese fuego interior, ese espíritu que lo había cautivado. Por fin había encontrado el resorte adecuado para hacer que se pusiera de su lado. Ella estaba intrigada por más que la fastidiara.


—No puedo hacerlo. Tengo otros clientes que cuentan conmigo.


—Por ahora pueden contar con otra persona.


—Puedo negarme a aceptarlo como cliente.


—Creo que daré tanto trabajo a este bufete que no tendrás elección.


Dicho esto se levantó y se estiró como un gato soñoliento, consciente que aquello la enfadaría aún más; sus puños fuertemente cerrados le mostraron que no se había equivocado.


—Bueno, te dejo para que empieces a preparar mi expediente.


—No cuente con ello.


Él miró su cuerpo, apenas vestido, y puesto que estaba a una distancia prudente de ella, se permitió decir:


—Nos veremos mucho.


Y se marchó.


Una vez fuera del edificio, Pedro tomó una bocanada de aire fresco. Hacía frío, la mañana estaba nubosa, pero nada podía empañar su buen humor. Ella era un huracán y estaba claro que si encontraba otra vez el camino adecuado, sería a su lado. No podía creer que el día anterior, tras años deseando una familia más que nada en el mundo, su experiencia con Macarena le había hecho llegar a la conclusión de que nunca lo conseguiría. Podía ver el futuro en el horizonte, como un espejismo, borroso, pero él sabía que era real y sólo tenía que esperar a que la imagen se enfocase. Subió la calle silbando y sonriendo a desconocidos. Uno de esos desconocidos resultó ser un duendecillo de pelo oscuro de punta.


—¡Karen! ¡Buenos días!


Ella lo miró, entrecerrando los ojos y pasando de mirarlo a él, a mirar el edificio que tenía a sus espaldas.


—Señor Alfonso, ¿Qué lo trae por aquí?


No había motivos para ocultarlo, pues pronto se enteraría.


—Tenía una proposición que hacer que no podía ser rechazada.


—¿Sobre qué?


—Tu jefa va a convertirme en un marido perfecto.


Karen arqueó las cejas.


—¿Qué quiere decir con eso?


—Quiero decir que, puesto que ella no sólo se dedica a perpetrar divorcios sino que es también una aficionada a los matrimonios, la he contratado para que me convierta en un buen marido y esté listo para cuando conozca a la mujer de mis sueños.


—Bien, bien... Eso sí ha sido una sorpresa.


—¿Verdad?


—Una sorpresa tan buena que si tengo un mal día en el trabajo hoy, ya sé a quién tengo que culpar.


Pedro estalló en carcajadas.


—No conseguirás que me arrepienta. Acabo de tomar una decisión fantástica esta mañana, una decisión que cambiará mi vida, y no pienso echarme atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario