viernes, 13 de agosto de 2021

Duro De Amar: Capítulo 69

Era demasiado cobarde para dar ese primer paso. Tenía miedo de hacer daño. Tenía miedo de fracasar.


–Es un gesto muy generoso –dijo finalmente y la oyó resoplar.


–¿Un gesto?


–Solo quería decir...


–¡Gesto! –gritó y Rocky se abalanzó hacia delante sobresaltado.


Pedro agarró las riendas en un instante.


–Suelta, estoy bien. Pero no es un gesto. ¿Crees que jugaría con la vida de un niño? He pensado mucho en ello e incluso he hablado con mi hermano. Gonzalo cree que los temas de emigración y de custodia pueden ser muy complicados y mientras Nicolás ha estado a salvo con Brenda lo acepté, pero ahora...


–Entonces... ¿Esto no es una decisión improvisada?


–Sorprendentemente, no. Puedo preocuparme de la gente con la cabeza y con el corazón, Pedro Alfonso, así que vamos a encontrarlo y a empezar a movernos –se detuvo–. La cueva... El agua... ¿Es muy peligroso?


–Sí. Si el río sube... Pero no podemos ir más deprisa de lo que vamos.


–Podemos, si nos concentramos.


Les llevó mucho rato llegar hasta la cascada, mucho más que cuando habían hecho el picnic y brillaba el sol y no llovía. Pero no podían ir más deprisa ni forzar a los caballos más, por eso Paula estaba tan tensa, intentando no poner en peligro ni a su caballo ni al niño al que buscaban. 


En las últimas semanas había creado un vínculo con Nicolás que había ido creciendo más y más sin explicación, o tal vez sí que podía explicarlo. Le recordaba a Gonzalo, a su adorado hermano. Recordaba a Gonzalo con la edad de Nicolás delante de su padre y castigado por alguna pequeña travesura. Había adorado a su hermano mayor tanto como había adorado a su padre y el conflicto que existía entre ellos la había partido en dos. Y ahora otro niño, incluso más necesitado, estaba despertando en ella los mismos sentimientos. Lo ayudaría. Ya había hablado con Gonzalo y aunque él le había dicho que era una locura, sabía que en el fondo su hermano la ayudaría. Podía depender de él, mientras que el hombre que tenía a su lado... Deseaba con todo su corazón poder depender de Pedro, poder apoyarse en él. Esa noche la ayudaría, haría lo que tuviera que hacer, pero no iría más allá. ¿Pedirle que se comprometiera? No podía hacerlo. De ahora en adelante se enfrentaría a todo sola.


Algo, tal vez un murciélago desorientado, pasó por delante de ellos y Rocky se tambaleó, pero de nuevo Pedro se hizo con las riendas. Estaba con ella, pero no del todo con ella. Nicolás. Nicolás tenía que ser lo único que importara y aunque Pedro no pudiera amarla, ella querría a ese niño pasara lo que pasara. Al final lo encontraron, fácil, simplemente. Porque por muy solo que estuviera, Nicolás era un niño muy sensato. Cuando la lluvia había empezado a caer con más fuerza, había salido de la cueva, aunque no había pensado en volver a casa. ¿A casa con Brenda, que no lo quería? No. No había tenido muchas opciones y lo habían encontrado acurrucado en una orilla del río, empapado, aferrado a las riendas de Pegaso y simplemente esperando a lo que tuviera que pasar. O esperando que no pasara nada. Ahora los relámpagos cubrían el cielo de manera continua y podían ver la silueta de Nicolás, podían ver sus hombros temblorosos, aunque no oyeron nada ni siquiera cuando se acercaron. Sollozaba en silencio. Pedro lo vió y Paula lo vió casi al mismo tiempo. Bajó del caballo, le pasó las riendas a Pedro y se arrodilló a su lado para abrazarlo como solo una mujer sabía reconfortar a un niño al que quería. Porque lo quería y nadie podría dudarlo. Pedro no lo dudó. Paula se preocupó del niño con toda su alma... Y también lo hizo él. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario