viernes, 13 de agosto de 2021

Duro De Amar: Capítulo 66

Él estaba tendido en la oscuridad echándola en falta. Echaba en falta su calor, la sensación de su piel sobre la suya, su aliento, sus diminutos movimientos.  Dejaría marchar a una mujer que podía amarlo. Que lo amaría, si es que creía en ella. ¿Por qué no iba a creer en ella? La deseaba. Estaba hambriento de Paula de un modo que jamás pensó que fuera posible. Era demasiado tarde para pensar que no podía sentir nada por ella, que no podía preocuparse por ella. Cuando la abrazaba, se sentía en paz y pensar en la expresión de su cara cuando se había marchado de su habitación se le hacía insoportable. Pensar que le había roto el corazón... Pero era joven y su familia vivía al otro lado del mundo, así que volvería a casa y se recuperaría de lo que fuera que sentía por él. Dejaría de amarlo. ¿Por qué se conformaba con esa opción? ¿Por qué estaba ahí tirado en la cama en lugar de ir a buscarla, tomarla en sus brazos, amarla, comprometerse y casarse con ella? Porque no era solo Paula.


Amar a Paula ya era suficiente compromiso, abrirse a esa gran vorágine que era el amor sabiendo que el dolor llegaría tarde o temprano, hiciera lo que hiciera... La parte más lógica de su ser sabía que lo que había sentido por Sophie, lo que había intentado hacer, lo que había pasado, no tenía nada que ver con lo que sentía por ella. Pero, aun así, amarla le generaba la misma sensación que estar subido a una cornisa esperando a que el mundo se volcara hacia un lado haciéndolo caer inevitablemente. «¡Cobarde!» Se lo dijo bien alto, tanto que la palabra resonó por la vacía habitación y reflejó lo que estaba sintiendo dentro de su corazón. «Te estás condenando a no tener nada». «Le estás dando a Paula la oportunidad de encontrar la felicidad con alguien que la merezca». ¿Por qué era esa una buena opción? Podía intentar estar con ella, amarla, cuidarla..., pero entonces ella le exigiría que hiciera lo mismo con Nicolás y con... ¿Sus perros? ¿Sus hijos? Hijos dependiendo de él. Hijos, cuando no había sido capaz de cuidar de Sophie. Hijos. Se le quedó la mente en blanco ante la idea. «Traer hijos al mundo, tener a alguien dependiendo de tí...». Pensó en el rostro de Nicolás, en su dolor... «No es problema tuyo». ¿Egoísta? Sí, tal vez lo era, pero era mucho mejor decir «No puedo» al principio que terminar junto a una tumba diciendo «He fracasado». No obstante, la expresión de Paula... ¡No! La luna se metió detrás de una nube y la noche se volvió más oscura. Paula estaría abatida, intentando asimilar su cobardía, pero algún día tendría que pasar. No había elección. Jamás debería haberla amado. Tenía que volver a aprender lo que era estar solo. Tenía que dejarle tener una vida con alguien que la cuidara, que se preocupara por ella.



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