miércoles, 25 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 23

 —No me refiero a la ropa. Ella es brillante y divertida, y sabe exactamente lo que quiere. Y además, a las dos les gusta Barbie. Aquello fue revelador.


Ella lo miró, pero sabía que hablaba en serio. Aquellos niños significaban muchísimo para él, no podía ser mentira. Supo sin duda alguna que sería un gran padre y tal vez ella pudiera ayudarlo a conseguirlo.


—Lo siguiente de lo que quería hablarte era de tu lista —la abogada Paula volvía a la carga—. Macarena y todas tus novias se ajustaban a tu lista... ¿Qué era lo que fallaba?


—Veo a qué te refieres. No concretaba demasiado, ¿Verdad? Empecemos de nuevo.


Pedro sacó un bolígrafo de su chaqueta y empezó a escribir sobre una servilleta de papel.


—De arriba abajo... Aún no me has dicho cómo se llama el color de tu pelo.


—Pedro no tengo tiempo para perder contigo si no te lo vas a tomar en serio.


Él dejó el bolígrafo sobre la mesa y la miró directamente a los ojos. Paula contuvo la respiración.


—Paula, sí tienes tiempo porque yo te pago por ello. Además, sé que no puedes rechazar mi proyecto, puedo verlo en tus ojos. Estás deseando transformarme.


A decir verdad, Paula no cambiaría ni un pelo de sitio en su perfecta anatomía, pero también sabía que podía ayudarlo en algo. Bajo las bromas y su encanto se escondía algo más... ¿Un espíritu confuso? ¿Tristeza? ¿Soledad? Sabía que tenía que ayudarlo.


—Creo que tenemos que aclarar ciertas cosas, Pedro. Yo no voy a buscarte citas; supongo que eso lo puedes conseguir solo. Teniendo en cuenta la cantidad de mujeres en el bar que habían sido incapaces de despegar sus ojos de él... Encontrar a una mujer compatible con él entre todas ellas no podía ser tan difícil.


—Te ayudaré para que puedas saber cuándo estás delante de la mujer perfecta, la mujer con la que pasar el resto de tu vida. Yo seré muy seria y espero lo mismo de tí. ¿Esto va en serio o no, Pedro?


Ella había esperado que él se echase a reír y que dijese que lo olvidara. Pero por otro lado, se estaba acostumbrando a charlar con él; era como si sintiese ese cosquilleo típico que se tiene al empezar una relación nueva. Hacía mucho que no sentía esa sensación y sabía que podía ser la última vez. Esperó, cada vez más ansiosa, y supo que si se echaba a reír entonces la dejaría echa polvo.


—Seguimos adelante —dijo él, por fin.


Ella se sintió aliviada.


—De acuerdo. Pásame el bolígrafo.


Con él dibujó dos líneas sobre la servilleta.


—Como eres un hombre de listas, hagámoslas. Empezaremos con los parámetros de la tarea que nos ocupa. Me has dicho más o menos, las cosas buenas. Ahora quiero que me digas lo que fue mal, desde la novia número uno. Buscaremos el fallo de tus relaciones anteriores para que no te vuelva a pasar.


Pedro arqueó una ceja.


—¿Fallos?


—Has estado comprometido tres veces y casado una, y eso essólo lo que he averiguado en mis investigaciones. Tiene que haber un patrón fijo y estoy decidida a encontrarlo.

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