lunes, 2 de agosto de 2021

Duro De Amar: Capítulo 43

 –En mi familia siempre ha habido algo mal –dijo finalmente y fue como si esas palabras fueran un suspiro, una aceptación de la tristeza que la invadía–. Siempre ha habido algo. Esto... –levantó la carta– es de mi hermana y explica muchas cosas –suspiró–. Aunque tal vez, tal vez no sea mi hermana –añadió–. Mi... ¿medio hermana?


–¿Quieres explicármelo?


Paula se quedó mirando a la carta. Ahora estaba demasiado oscuro para leerla; no había encendido las luces del porche y tampoco tenía intención de hacerlo. La luz de la luna creaba la sensación de intimidad, de un espacio donde tal vez ella podría expresarse. Por un momento pensó que no lo haría, pero entonces Alex suspiró otra vez, se levantó y miró al valle.


–Mi madre se casó dos veces. Alejandra, mi madre, tuvo lo que ella describía como un desastroso primer matrimonio y encontró la paz y la seguridad en mi padre. Mi padre es genial. Me adora y adora a mi hermana Victoria, pero los mellizos... Delfina y Gonzalo son mayores que nosotras y debería quererlos muchísimo, pero en lugar de eso simplemente es amable, como Brenda con Nicolás. Como si lo intentara, pero no resultara un cariño real. Y ahora sé por qué.


–Has dicho medio hermana.


–Al parecer, mi madre estaba embarazada cuando se casó – soltó una media carcajada–. Eso ya lo sabíamos, Delfina descubrió los certificados de nacimiento y de matrimonio hace tiempo y siempre nos hemos metido con mamá por eso, y ella siempre se ha reído y ha dicho que papá y ella estaban locos el uno por el otro y que no podían quitarse las manos de encima. Pero ahora parece que mamá estaba embarazada de su primer matrimonio. Mintió. Gonzalo y Delfina no son hijos de mi padre.


Hubo un silencio.


–Supongo que... Son cosas que pasan –dijo Pedro con cautela.


–¿No es para tanto?


–Bueno, me imagino que lo es para tu familia y sobre todo para los mellizos.


–No estoy segura de cómo reaccionarán al saber que había motivos para que mi padre no se preocupara tanto por ellos.


–Pero, por lo que dices, sí que se preocupaba.


–¡No! –respondió casi con violencia–. Preocuparse de alguien, que alguien te importe, es cuando entregas tu corazón. Mi padre eso nunca lo hizo con los mellizos. Hizo cosas bien, como lo que Brenda hace por Nicolás, como lo que tú haces por él. Estás haciendo lo que hay que hacer, lo que necesita para sobrevivir, pero no le estás dando tu corazón. Cuando pienso en todos esos años, en cómo mi padre nos llamaba Víctor y Paulo en lugar de Victoria y Paula dejando claro que anhelaba tener un hijo varón porque no quería que Gonzalo lo sucediera... Cuando recuerdo que era simpático con Delfina, pero no jugaba con ella, no la abrazaba como nos abrazaba a Vicky y a mí... Se me parte el corazón ahora que sé por qué. Me gustaría ir a casa y golpearlo. ¿Cómo pudo adoptar a los mellizos cuando no tenía sitio para ellos en su corazón? Y ahora tiene Alzheimer y lo sigo adorando, pero el daño que les ha hecho a Gonzalo y a Delfina... ¿Y sabes qué? Su verdadero padre está muerto. Después de todo este tiempo, no pueden hacer nada. Mi madre y mi padre les han robado eso.


Él no se movió. Durante su discurso le había lanzado acusaciones también a él, por cómo estaba tratando a Nicolás, pero no se trataba de él, se trataba de Paula.


–Pero ¿Sabes qué? –le preguntó con tono desafiante–. En medio de todo esto, Delfi me ha escrito para decirme que se ha enamorado. Ha conocido al hombre de sus sueños y suena increíble, es el sheriff de Larkville, Texas, de donde es su verdadero padre. Así que está feliz. Pero Gonza... –se sonó la nariz.


–Quieres a tu hermano.


–Como tú querías a Candela, me imagino. A pesar de que solo sea mi medio hermano.


–Utiliza el teléfono de casa si quieres llamar.


–Lo haré –suspiró–. En un momento, pero ahora no. Primero engo que recuperar la voz.


–¿Quieres ir a dar un paseo por el riachuelo?


–Es un terreno demasiado accidentado –dijo ella algo sorprendida.


–Hay un sendero y tengo una buena linterna. Incluso podemos ver algún ornitorrinco y prometo mantenerte a salvo de los koalas carnívoros.


–¿Koalas carnívoros?


–Unos extraños marsupiales australianos. Se enganchan en lo alto de las ramas y se dejan caer al primer signo de vida que encuentran bajo ellos. Vas caminando y de pronto ese animal cae y te cubre la cabeza. Tienen unas garras tan largas que se suele necesitar cirugía para extraerlas de la piel. Es todo un follón trasladar al hospital a las víctimas del ataque con el animal enganchado a ellos. Sería más fácil disparar al koala, pero están muy protegidos. Si hay que elegir entre una veterinaria estadounidense y un koala carnívoro australiano, siempre gana el koala.


Paula se quedó mirándolo con la boca abierta y después, lentamente, la tensión fue desapareciendo de su rostro y quedó sustituida por una sonrisa.


–Me estás tomando el pelo.


–Pues sí –le respondió sonriendo también.

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