miércoles, 4 de agosto de 2021

Duro De Amar: Capítulo 48

¿Como mantener una relación laboral después de una noche como esa? Había pensado que no sería posible, pero a la mañana siguiente, Paula se levantó con muchas ganas de trabajar y pidiéndole informes médicos de cada uno de los caballos, tras decidir que necesitaban un método de vacunación más activo, y planificando una base de datos que incluiría todos los detalles de cada caballo desde el momento en que había sido engendrado. Cuando llovía, trabajaba en su base de datos y cuando ya hacía bueno para salir fuera, se ponía a trabajar o bien con los caballos o con sus proyectos de ebanistería. Fue amable con él y respetuosa. Le sonreía cuando él le sonreía a ella e incluso hicieron la competición de cocina, aunque ya no con tanta emoción. Se habían establecido límites, era para bien, pero no por eso tenía por qué gustarle. Quería que esa situación terminara, pero por otro lado no quería. Nicolás iba al salir del colegio para pasear a Daisy. Paula siempre hablaba con el chico, pero él se había mantenido en la distancia. Los oía reírse y se sintió un idiota por no unirse a ellos, pero tantos años de soledad no podían borrarse. Y entonces, por supuesto, llegó el día en que ella dictaminó que Daisy estaba lo suficientemente recuperada para poder moverse libre.


–Se quedará en el cercado de casa unas semanas más –le dijo a Pedro–, pero no hay necesidad de que Nicolás la saque a pasear – vaciló–. Le romperá el corazón.


–No se te rompe el corazón después de un mes paseando a una yegua –hacía falta más tiempo para eso.


–Los caballos son importantes para él.


–Pues entonces deja que siga paseándola –le contestó con brusquedad y ella sacudió la cabeza.


–Ahora Daisy está muy inquieta y activa y Nicolás se va a dar cuenta de que ya está bien. Se lo diré esta noche. Es una pena que no tengamos más yeguas recuperándose a las que pueda sacar a pasear, pero me ha dicho que monta a caballo desde que era muy pequeño, así que podríamos decirle que ejercitara...


–¡No!


–Vale, se lo diré. ¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres mezquino?


–Me lo digo a mí mismo y eso no cambia nada.


Habló con Nicolás esa noche. Pedor tenía pensado estar lejos cuando se lo contara, pero finalmente resultó estar en el porche desde donde vió al niño abatido. Vió a Paula abatida. El chico se marchó como si se le hubiera venido abajo el mundo y cuando llegó al portón del cercado de la casa, se giró y gritó:


–Tendré un caballo. Lo tendré. ¡Alguien me dejará!


Pedro cerró los ojos, el dolor de Nicolás estaba haciendo que se le encogiera el pecho. ¿Por qué no ceder? A lo mejor no tenía opción y debía ocuparse más del niño. Pero no quería. Lo único que podía hacer era confiar en que Brenda cuidara bien del chico o confiar en que Adrián volviera a reclamarlo. El camino a seguir parecía mezquino. Era mezquino. ¿La alternativa? Había visto y oído el dolor del niño, había visto el vacío en sus ojos, pero había fracasado con Candela y volver a intentarlo ahora... Si fracasaba de nuevo el precio sería impensable. Paula volvió a la casa y lo miró como juzgándolo.


–¿Y bien? ¿Satisfecho?


–No.


Y, de pronto, Paula suavizó el tono.


–A tí también está destrozándote, ¿Verdad?


–Nada está destrozándome.


–Quieres ayudar, pero no puedes.


–Si quiero ayuda psicológica, no iré a ver a una veterinaria.


–Ante todo soy humana, Pedro. Hablar puede ayudarte.


–Nada ayuda. Las cosas iban bien antes de que llegaras.


–¿Quieres que me marche?


–¡Sí! –era un comportamiento irracional. Lo único que tenía que hacer era controlar sus emociones, aclarar sus ideas y volver a establecer una relación laboral–. No –se corrigió–. Claro que no. Eres una gran veterinaria y una gran trabajadora. Hasta puedo apoyarme en la baranda del porche sin caerme.


–Solo quiero ayudar.


–Quieres salirte con la tuya –bramó él, aunque al final logró esbozar una sonrisa.


–Sí –admitió–. Me preocupo muchísimo por Nicolás.


–Si te sirve de consuelo, yo también. Le echaré un ojo al chico cuando te hayas ido.


–Desde la distancia.


–Hacerlo de otro modo, solo empeoraría las cosas. Necesita forjar un vínculo con Brenda y si yo me ocupo de él, ella ya no se molestará en hacerlo.


–Eso es una excusa.

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