lunes, 23 de agosto de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 18

Sobre las ocho, Paula y Karen llegaron a Fables. Paula pidió un vaso de vino blanco y Karen un cóctel y pronto vieron a Ariel rodeado de un grupo de colegas y se dirigieron hacia ellos.


—Siento lo de Alfonso, Ariel —dijo Paula—. No fui yo quien lo llamó.


—No te preocupes, Paula —dijo Ariel—. He tenido un día terrible y creo que podré llevar comida a la mesa este invierno. ¿Te está dando problemas?


Ella se encogió de hombros.


—¡Qué va!


Lo cierto era que cada vez que sonaba el teléfono y el intercomunicador, tenía un sobresalto. Había esperado que volviera, que llamara o que enviase otro fax, y como no lo había hecho, tenía los nervios a flor de piel.


—Es un gatito grande —dijo Karen.


—Ésos son a los que más hay que vigilar —dijo Ariel—. Son listos, rápidos y atacan cuando menos te lo esperas.


—Gracias, Ariel, no lo olvidaré.


A su lado, Karen dió un respingo. Paula siguió la dirección de su mirada hasta encontrarse a su gatito grande, con una sonrisa de oreja a oreja de gato de Cheshire.


—Buenas, Ariel —dijo Pedro—. Hola, chicos.


Todos los hombres le estrecharon la mano, demostrando que, aunque se había ido de su bufete, seguían apreciándolo. A Paula le dió un vuelco el estómago cuando la miró. Con el pelo peinado hacia atrás, recién afeitado y un traje gris oscuro con abrigo a juego, era imposible dejar de mirarlo. ¿A quién intentaba engañar? Con sólo mirarlo, su mente se llenaba de ideas de todo tipo.


—¿Estabas buscándome, Pedro? —preguntó ella, luchando para mantener su voz firme.


—Pues sí. Había pensado que esta noche sería un buen momento para empezar con nuestro proyecto.


Paula dió un respingo. Si supieran que ella, Paula Chaves, conocida abogada de divorcios, iba a ayudar a Pedro Alfonso, playboy de renombre, a buscar mujer para el resto de su vida, no habría forma de superar aquello. Pero si por el contrario mantenía a aquel cliente tan lucrativo y tenía éxito, sería admirada como la abogada de divorcios más innovadora y valiosa de la ciudad. Antes de que alguien empezara a hacer preguntas, ella se levantó de su asiento y dijo:


—Claro. Cuanto antes, mejor.


Karen se acabó su copa de un trago e hizo ademán de seguir a Paula, pero ésta le pidió que se quedara y que «Mantuviera la boca cerrada» Ella tomó a Pedro por el brazo y se lo llevó de allí. Sus amigos la despidieron e hicieron algunas bromas sobre ellos.


—¿De qué va todo eso?


—Resulta que estábamos hablando de ti antes de que llegaras. Me estaban advirtiendo que podías causarme problemas.


—¿Con qué? —entonces se le ocurrió—. ¿Contigo?


Las mejillas de Paula se encendieron.


—Dudo que se refirieran a eso.


—¿Sabes una cosa? Tal vez seas la primera mujer atractiva con la que no he pensado ni una vez que podía casarme —dijo él mientras se dirigían a la puerta.


—Qué suerte tengo —respondió ella, entre ofendida y aliviada.


Paula lo miró buscando algún signo de la reacción que estaba sufriendo ella en aquel momento. Él le sonrió y ella decidió que no era cosa de dos. Mejor así. La atracción física era algo inconstante, mientras fuera cosa de uno, no se hablara de ello y nadie quedara humillado.


—Como tú estas prometida, eso nos deja más tranquilos.


—¿Y eso?


—Pues que tú no me considerarás hombre perfecto para acabar con todos tus problemas.


—El único problema que se me ocurre ahora mismo es el de pasar mi tiempo libre con un cliente que creo que no tiene remedio alguno. Si pudieras hacer algo para solucionar eso...

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