viernes, 29 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 63

 —¡Qué ilusión! —exclamó Paula desde la cocina mientras salteaba cebollas y pimientos—. ¿Dónde la van a construir?


—Justo aquí, en esta propiedad, con los caballos. Pedro y Ezequiel son tan nómadas que les hemos dicho que se vengan aquí a construir su casa también. Cuando estén preparados, claro. Hay terreno suficiente para todos, manteniendo la intimidad.


—¿Y… y Pedro les ha dicho que sí? —preguntó Paula incapaz de contenerse.


—Se lo está pensando —no quería que Leticia le contara nada más. Oír aquello la estaba matando, porque jamás formaría parte de ello—. ¿Te ha contado Pedro que el tren de alta velocidad pasará por mi propiedad?


—No, no tenía ni idea.


—Es emocionante descubrir que estas tierras formaron parte del Pony Express y que ahora se usarán para un nuevo tren revolucionario. 


—Pero ¿No va a costar eso billones de dólares?


—Sí, desde luego. Los hombres están arriesgando hasta el último penique en este proyecto, sus fortunas enteras dependen del éxito. Durante este último mes he estado viajando con Dominic, tratando de ayudarlo, de hacer mi parte, que no es mucho.


Para Paula, viajar por todo el país con Pedro le había hecho darse cuenta de lo que podría significar trabajar con él, unirse a él en ese sueño que aquellos notables hombres se empeñaban en hacer realidad. Al enterarse de lo caro que saldría aquel proyecto se dio cuenta, más que nunca, de que había hecho lo correcto al romper con Alik. Sin embargo, jamás envidiaría a nadie tanto como envidiaba a Leticia Giraud.


—Si me disculpas un segundo, enseguida vuelvo.


Paula entró en el baño justo a tiempo para aferrarse a la toalla y romper a llorar. Así amortiguaría el sonido.



—Paula, vas a tener que darle la receta a mi mujer. Son los mejores tacos que he comido en mi vida —comentó Dominic ayudándola a quitar la mesa.


—Gracias —murmuró Paula mientras llenaba el lavaplatos.


Una vez que todo estuvo recogido, Dominic se sentó en el sofá a jugar con Baltazar y Pedro ayudó a Leticia a dar de comer a Camila. Cuando Paula entró en el salón, Dominic levantó la vista.


—¿Por qué no van Pedro y tú a dar un paseo a caballo, antes de que se haga de noche? Puede enseñarte por dónde van a pasar las vías.


No, no se atrevía.


—Quizá sea mejor que no, yo… yo solo he montado a caballo un par de veces en mi vida, y además Pedro estará cansado del viaje…


—Jamás me había sentido más despierto —intervino Pedro poniéndose en pie—. Tranquila, Paula, te divertirás.


—No te preocupes por Baltazar —añadió Dominic—. Leticia y yo guardaremos el fuerte. Quiero ir acostumbrándome a este pequeñito. Me va a ayudar a ejercitarme para el gran acontecimiento.


Paula observó el íntimo intercambio de miradas entre Dominic y Leticia. El amor que se tenían el uno al otro era palpable.


—Usa mi chaqueta si tienes frío, Paula. Está colgada en el establo. 

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