miércoles, 27 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 58

Pedro la miró a los ojos buscando su punto débil. Aquello le costó un esfuerzo sobrehumano, pero sostuvo su mirada penetrante sin ceder.


—No te creo.


El corazón de Paula comenzó a latir descontrolado. Ya estaba. Aquel era un instante crucial. Si decía lo que no debía acabaría por destruir a Pedro. Tanto como si le arrojara una granada a la cara. Se quitó la toalla. Su pelo mojado cayó por los hombros.


—Eso es porque no te das cuenta de cuánto te quiere tu madre. Ahora que he tenido a Balta, comprendo ese tipo de amor. Yo haría cualquier cosa por estar segura de que mi hijo me quiere hasta la tumba, y aún después. Tu madre sabía lo enamorado que estabas de mí. ¿Crees sinceramente que iba a hacer o a decir algo malo logrando así que te revolvieras contra ella, sabiendo lo mal que lo estabas pasando? ¿De verdad puedes imaginártela haciendo algo malo para su nieto, cuando acaba de descubrir que tenemos un hijo juntos? —continuó Paula por la tremenda—. ¡Jamás, Pedro! ¡Ni en un millón de años! Eres su hijo favorito, jamás se atrevería a hacer algo que arruinara tu relación con ella.


Pedro no se movió. Ni siquiera parpadeó.


—Y si eso es cierto, ¿Por qué pones esa cara de terror cada vez que la nombro?


—Si te parezco aterrorizada es porque su nombre me recuerda a lo que te hice cuando rompí nuestro compromiso y desaparecí del mapa para que no pudieras encontrarme.


—¿A dónde fuiste?


—A un rancho de un amigo de mi padre en Arizona.


Ante aquella noticia, Pedro la miró con crudeza, penetrando en su corazón. Paula luchó por contener las lágrimas, pero estas escaparon por entre sus pestañas sin poder evitarlo.


—No… no puedo creer que te tratara de ese modo cuando siempre habías sido maravilloso conmigo. Tuve que experimentar el hecho de tener un hijo para darme cuenta de lo inhumana que había sido contigo. Me creas o no, lloré mucho cuando volví a casa del hospital con Balta. Traté de no hacerlo delante de él, y en cuanto me hice a la idea de buscarte para decirte que tenías un hijo fui dejando de llorar poco a poco. Luego, cuando te ví de pie con Balta en brazos, comprendí que había hecho lo correcto. No puedo remediar el daño que te hice en el pasado, pero espero que un día seas capaz de perdonarme. Tu madre, evidentemente, me ha perdonado, está dispuesta a darme la bienvenida a su casa. Y, si lo piensas, lo mejor para Balta es que crezca sin que haya ninguna rivalidad entre tu familia, la mía y la de Fernando. Nuestro hijo  merece ser feliz en el seno de su familia, y si comenzamos ahora todos de nuevo con buen pie será un buen precedente para el futuro. ¿Sabes? Jamás confiaste en mí en relación a ciertos problemas que habías tenido con tus padres. Yo lo acepté, pero fueran los que fueran esos problemas… Sean los que sean, la llegada de Balta al mundo debe servir para que se solucionen. Él es adorable, y se lo merece.


Un melancólico silencio invadió la habitación. Quizá Pedro no creyera una palabra de lo que ella había dicho, pero tampoco quiso discutir. Al menos de momento. Paula, demasiado tensa emocionalmente como para seguir, encendió el secador y comenzó a secarse el pelo. Él la miró una última vez de un modo indescifrable y luego se llevó a Baltazar al salón. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario