viernes, 22 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 49

 —¡No hables así de tu madre, Pedro! —exclamó Paula sonrojándose— . ¡Ella te adora!


—¿Qué clase de padre le dice a su hijo una cosa como esa delante de sus otros hijos?


Los ojos de Paula se llenaron de lágrimas al instante.


—¿Tu madre ha hecho eso?


Pedro luchó por contener sus emociones.


—Ana Alfonso jamás se ha distinguido por su discreción. Hasta un elefante tiene más instinto. Ni que decir tiene que desde entonces mi hermano no ha vuelto a ser el mismo. 


—Así que es por eso por lo que no quiso salir con nosotros cuando estuvimos allí… —murmuró Paula.


La tristeza de la expresión de Paula acabó con todas sus defensas. Cuando lo miraba de ese modo, Pedro se sentía traicionado de nuevo. En aquel entonces su comportamiento le había parecido impropio de ella, de su carácter. Y seguía pareciéndoselo.


—¿Qué más te ha dicho para asustarte de ese modo?


—No sé a qué te refieres.


—¡Al diablo que no!


Aquella airada respuesta acabó por despertar al niño, que abrió los ojos y miró a su alrededor para volver a dormirse. Paula miró a Pedro con ojos suplicantes.


—¿Podemos hablar de esto en otro momento?


—Dejaré el tema cuando contestes a mi pregunta —musitó Pedro en voz baja, refrenando su enfado.


Paula no dejaba de acariciar la espalda de Baltazar. Aquel gesto que delataba su nerviosismo, suscitaba la curiosidad de Pedro más que nunca.


—Me imagino cómo debió sentirse cuando rompí contigo. Una madre siempre tiende a creer que su hijo es un campeón, sobre todo una madre como ella, que te quiere tanto. El hecho de que una mujer conteste al teléfono ha debido de ser ya bastante duro para ella, no… no creo que hubiera podido soportar su mal humor de haber averiguado tu madre quién es la señora Hammond. No se lo has dicho, ¿Verdad?


—No —respondió Pedro conteniendo el aliento.


—Gracias a Dios, habría sido un desastre. Si llega a enterarse de que era nuestro hijo el que lloraba a pleno pulmón se habría sentido terriblemente herida. Escucha, Pedro, ya sé que tus padres acabarán por enterarse de la existencia de Balta antes o después, pero no creo que hoy fuera el momento más indicado. Comprendes lo que te digo, ¿Verdad?


Sí, lo comprendía, pero también veía algo más en la reacción de Paula de la noche anterior, algo que no tenía nada que ver con la inesperada llamada telefónica de aquel día. Pedro sabía por instinto que había algo más que ella no le había contado, pero prefirió dejarlo. Por el momento.


—Tengo trabajo que hacer.


—Y yo —contestó ella claramente aliviada. 

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