viernes, 8 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 16

Paula se estremeció. Ni siquiera quería pensar en ello. La madre de Pedro jamás aceptaría que Baltazar fuera un Alfonso. Solo el hecho de conocer su existencia crearía tal enemistad entre Pedro y su familia que las cosas se torcerían y todo acabaría mal. Y al final serían Pedro y Baltazar quienes acabaran destrozados. No podía hacerles eso, no podía dejar que eso sucediera. En aquel instante necesitaba la sabiduría de Salomón para saber a dónde ir, para evitar que se derrumbara todo en aquella precaria situación. Se sentía enferma física y emocionalmente. Apagó la luz y se dejó caer sobre la cama para pensar. La precariedad de aquella situación, la falta de esperanza, era como una pesadilla que la sobrepasaba. Se volvió de espaldas a Pedro, hundió la cara en la almohada y rompió a llorar. Tras un instante él, con voz grave y masculina, dijo en medio de la oscuridad:


—Hubo un tiempo en el que esas lágrimas me habrían conmovido. Es una experiencia muy desagradable ver cómo te roban sin previo aviso lo que más aprecias en esta vida, ¿Verdad, Paula? Te debía esa experiencia desde hacía tiempo. ¿Sabías que por las noches solía permanecer despierto en la oscuridad, planeando diferentes formas de vengarme de tí? Me hubiera conformado con verte sufrir una décima parte de lo que sufrí yo. Poco podía imaginar que un día aparecerías en mi remolque para proporcionarme el instrumento perfecto con que devolverte la tortura.


Paula, incapaz de soportar el dolor por más tiempo, se levantó y se apartó el pelo de la cara para decir: 


—Puedes considerar tu venganza completa, Pedro. Estoy dispuesta a ceder y a humillarme, no voy a perder a Baltazar. ¡Es toda mi vida!


—¿Quieres decir que Fernandito no lo es?


—No del mismo modo —confesó Paula con total sinceridad.


—¡Pobre desgraciado! Paula, deberías llevar un cartel advirtiendo del peligro que supone amarte.


Cada palabra de Pedro terminaba de rasgar lo poco que quedaba de su ya destrozado corazón. Primero la familia de él, luego Pedro. Ya no quedaba nada que salvar.


—Dí tu precio —dijo Paula al fin—. Lo único que te pido es que me prometas que no me llevarás a los tribunales por la custodia de Baltazar — continuó. Si Pedro lo hacía, su familia se enteraría—. Preferiría… estar muerta. 

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