miércoles, 27 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 59

Leticia Giraud insistió en llevar a Paula al supermercado de Laramie a hacer la compra. Pedro las observó marcharse con una sensación de pérdida tal que comprendió que tenía un problema, un grave problema. Durante el viaje, siguiendo un acuerdo tácito, ninguno de ellos habían hablado de temas espinosos. Paula había mostrado un interés genuino en el proyecto del tren de alta velocidad, y le había hecho innumerables preguntas que él había contestado de buena gana. Un tema había ido dando paso a otro, y al final habían acabado hablando del tren intercontinental y de su importancia en la apertura del Oeste. 


Después, la conversación giró hacia el asunto del Pony Express y, por último, Pedro le había contado cómo se habían conocido Leticia y Dominic y su historia de amor. Como resultado de todo ello habían pasado tres gloriosos días juntos, disfrutando de un otoño muy moderado. Con su hijo bien sujeto a la silla justo detrás de ellos, había experimentado tal sensación de ser una familia, se había sentido tan bien, que no le parecía posible que Paula fuera a quedarse solo dos semanas más para volver después a San Diego con su hijo y casarse con Fernando Hammond. Cuando lo pensaba, sentía como si una negrura invadiera su alma, se sentía ciego de dolor. El consejo de Ezequiel cobraba sentido más que nunca. Cuanto antes hablara con el prometido de Paula y le hiciera saber que tenía pensado mantenerse cerca de su hijo de por vida, antes descubriría de qué pasta estaba hecho aquel hombre. Tal y como Ezequiel había dicho, algunos hombres jamás serían capaces de soportar una situación como esa de por vida.


Pedro estaba decidido a descubrir hasta qué punto estaba Fernando Hammond enamorado de Paula en cuanto volvieran de Nueva York. Nicky era la única razón por la que consideraba la idea de asistir a la fiesta de sus padres. Desde luego no lo hacía por su padre. Paula tenía mucha razón al decir que debían olvidar toda enemistad en la familia por el bien de su hijo, que tendría que crecer en el seno de una enorme familia con muchos abuelos. Si las relaciones continuaban siendo tensas, su hijo se mostraría curioso y haría preguntas cuando creciera. Se vería pillado en medio y acabaría enfermo, igual que él. Y si la historia se repetía a sí misma entonces no había aprendido nada sobre la vida. Tenía que hacer un esfuerzo por comportarse de una manera civilizada con los de su propia carne y sangre, por el bien de su hijo. Paula había hecho un trabajo excelente en ese sentido, pero no había conseguido engañarlo ni por un segundo. Él sabía lo cruel que podía llegar a ser su madre. Aún recordaba atormentado el dolor que le había causado a su hermano Federico.


Pedro sabía, ya desde la adolescencia, que, a juicio de Ana Alfonso, ninguna mujer sería lo suficientemente buena para él. Así se lo había explicado a Paula antes de llevarla a Nueva York a conocer a su familia, quería asegurarse de que ella lo comprendía. Ella jamás hubiera debido de sorprenderse de que su madre no la aceptara como nuera. Le había asegurado entonces que nada de lo que pudiera decir su familia conseguiría cambiar su amor y, por otro lado, el sorprendente y cordial recibimiento de sus padres en aquel momento, nada más conocerla, lo había dejado tranquilo. Por eso la  había dejado con su familia unos días para atender a una situación de emergencia y cubrir la ausencia de un amigo en un seminario. Si su familia había sido de algún modo responsable de la ruptura del compromiso, ella jamás había dicho una palabra. ¿Por qué, si era así, iba a insistir ella en ir a Nueva York el fin de semana, al cumpleaños de su padre? Por Baltazar. El niño había conseguido hacer madurar a Paula de tal modo que Pedro estaba admirado. Observó a Dominic, que contemplaba admirado a su hija de diez meses en el columpio, y comprendió la enorme transformación que se había producido en él. Dom siempre había sido una bella persona, pero la pequeña Camila había transformado a aquel mundano y cínico soltero en un padre y un marido ejemplares, añadiendo una faceta nueva a su carácter. Y así quería ser él. Quería ser un hombre al que Baltazar pudiera amar y respetar. Y si, a pesar de todo, crecía y deseaba algo distinto, entonces había llegado el momento de demostrarle otra vez su amor, su tolerancia y su comprensión. Sería todo lo que jamás tendría de su propia sangre. Al mirarlo embelesado con Camila, Pedro se prometió hacer todo cuanto estuviera en su mano para salvaguardar ese amor.


—Un franco por tus pensamientos, mon ami. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario