viernes, 15 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 35

 —¿Por qué quieres saberlo? —inquirió ella a su vez, tratando de soltarse.


—¿Y todavía me lo preguntas, después de decirme que soy demasiado viejo para tí? —preguntó Pedro apretándole aún más. Solo entonces comenzó Paula a comprender el alcance del daño que le había hecho—. Lo pregunto porque quiero saber con qué tipo de hombre se va a criar mi hijo.


—Tiene veinticuatro —mintió ella, casi incapaz de respirar.


—¿Y qué hace para ganarse la vida?


—Trabaja en la construcción.


—¿Ha ido a la Universidad?


—Es técnico de grado medio, estudió dos años.


—¿Te has acostado con él?


—Eso no es asunto tuyo —replicó Paula ruborizándose.


—Lo digo por si estás embarazada. Solo voy a mantener a mi hijo, no al suyo.


Paula se soltó. Se sentía tremendamente dolida, pero por el dolor de él.


—Voy a olvidar lo que acabas de decir.


—Huyes otra vez —continuó él siguiéndola al dormitorio—. ¿Sabe tu novio que estuvimos comprometidos?, ¿Le has contado por qué rompiste conmigo?


—¡Sí, Fernando lo sabe todo!, ¿Te parece bien? —una vez más Pedro estaba pálido. Si las cosas seguían así, ambos acabarían destrozados. Tenía que hacer algo para evitarlo—. Pedro… no se trata de que tú fueras demasiado viejo para mí, era yo quien tenía un problema. Me sentía demasiado joven, demasiado inexperta para tí.


Era cierto. Desde el principio le había costado creer que alguien como el profesor Alfonso pudiera interesarse por una de sus jóvenes alumnas, pero todo eso había cambiado el maravilloso día en que él la llevó a su casa desde la Universidad. Paula continuó:


—Eres demasiado inteligente y demasiado sofisticado como para que ninguna mujer pueda compararse contigo. Yo no soy más que una chica corriente de San Diego, una chica que jamás ha ido a ninguna parte, que jamás ha hecho nada para distinguirse del resto. No tengo ningún talento en particular, no soy como tú y jamás lo seré. Cuanto más se acercaba el día de la boda, más me daba cuenta de que, convirtiéndome en tu esposa, no iba a ser más que una carga para tí. Te rogué que me hicieras el amor antes de marcharte a Kentucky porque pensaba que, al menos en la cama, sería igual que tú, pero, por mucho que disfrutara, al día siguiente tuve que mirarme al espejo. Seguía siendo la misma chica corriente de siempre, jamás podría estar a tu altura. Lo último que deseaba era ser una carga para tí, hacerte sentirte violento. Por eso me marché. Con Fernando no tengo ese problema, él es una persona corriente. Espero haber contestado con esto a todas tus preguntas. Buenas noches. 


—Señora Hammond…


Paula caminó sin recordar que aquel era el nombre por el que se la conocía en la excavación. De pronto, se detuvo y volvió la cabeza sorprendida. El guapo estudiante rubio que había conocido el primer día, salía en ese momento de su remolque.


—Hola.


—Hola, me llamo Damián Atwood. Esta es la segunda vez que la veo, a pesar de que lleva aquí ya una semana. Ese bebé debe mantenerla muy ocupada, me sorprende que no esté con usted.


—Se lo ha llevado el profesor Alfonso a la ciudad, a hacer unos recados.


Después de la comida, Pedro había decidido que ella necesitaba un descanso. Sin embargo, Paula se había sentido sola, y se había dedicado a limpiar el remolque. Lo había dejado inmaculado, cualquier cosa con tal de ocupar el tiempo. Pero a pesar de todo, seguía sintiéndose sola, así que había decidido salir a hacer un poco de ejercicio. De pronto, lo lamentaba.


1 comentario:

  1. Me parece que el principal problema que tienen es la falta de comunicación...

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