miércoles, 20 de enero de 2021

Perdóname: Capítulo 45

La noche anterior Pedro le había dicho que quería aprovechar el sábado para hacer limpieza y separar lo que servía de lo que no, pero estaba tan entusiasmado con Baltazar que se paraba cada dos por tres para jugar con él o para darle el biberón. Paula dirigió unas cuantas miraditas hacia ellos mientras fregaba los platos de la comida. Cada vez que veía a Baltazar responder con una sonrisa su corazón se derretía. Si alguien que no los conociera hubiera estado observándolos habría pensado que eran una familia feliz. La noticia de que iban a mudarse a Laramie la había mantenido despierta toda la noche. Estaba segura de que Pedro podía esperar a que pasaran los treinta días que iban a estar juntos para atravesar medio país y mudarse a Wyoming. Sospechaba que el repentino deseo de trasladarse no provenía sino de otro deseo, más profundo aún, de humillarla ante sus amigos. Era cruel colocarla en semejante situación. Hasta para los Giraud resultaría violento. ¿Es que no se daba cuenta de que su actitud los obligaría a mostrarse amables con ella cuando, en el fondo, tenían que despreciarla por haberle hecho daño a él? La sola idea le resultaba insoportable, pero era Pedro quien mandaba. Tendría que reunir todo su coraje y soportarlo. Pero no iba a ser fácil. Tener a gente alrededor significaba verse interrogada, contar más mentiras para contestar a sus preguntas. Una vez más Fernando sería el tema principal de conversación. Cuando se le ocurrió la idea de inventarse un novio, jamás pensó que aquello pudiera terminar por volverse contra ella. Tras el nacimiento de Baltazar, lo único en lo que pensaba era en contarle a Pedro que tenía un hijo. Poco podía imaginar que él le daría la vuelta a la tortilla para obligarla a hacer exactamente lo que quería. Comenzó a preparar un pastel para la cena y vió a Pedro dejar al niño en el corralito y cerrar una de las cajas que había llenado.


—Voy a darle esto al profesor Fawson —anunció sin mirarla—. Me llevaría a Balta, pero hace demasiado frío, y está lloviendo. Enseguida vuelvo. Cierra la puerta cuando me vaya. 


Pedro levantó la caja y salió del remolque, y su desaparición repentina causó el inmediato llanto de Baltazar. Aquella era la primera vez que Paula lo vería hacer eso. Él se mostraría encantado cuando supiera que su hijo había llorado porque se marchaba.


—Tranquilo, cariño, papá volverá enseguida —se apresuró Paula a consolarlo tomándolo en brazos.


Aliviada de verse sola unos instantes, Paula se acercó a la puerta a cerrar con el niño en brazos. Luego se sentó en el sofá y alargó la mano para alcanzar el teléfono. Necesitaba oír una voz amiga. Era sábado, así que sus padres estarían en casa. Tenía que informarles de que iba a abandonar el estado de Nueva York.


1 comentario: