lunes, 16 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 62

 –Paula y yo no nos hemos reconciliado –les dijo Pedro.

 

–De momento –repuso Leticia–. Cualquiera puede ver que son la pareja perfecta.

 

–Bueno –dijo Pedro poniéndose de pie–. Voy a ver cómo va el proyecto de Ciencias.


Salió tan deprisa como pudo del salón para que no siguieran interrogándolo. Fue al dormitorio de Victoria y se quedó mirándolas desde la puerta. Paula estaba sentada en el suelo con la niña.

 

–Va a ser genial –decía Victoria con un brillo emocionado en sus ojos– . Si funciona.


 –Claro que va a funcionar, ya lo verás –la animó Paula–. Que no se te olvide pegar al proyecto el mapa topográfico actualizado.

 

–Gracias por ayudarme, haces que parezca entretenido. ¿Es divertido ser una científica?


 –Es el trabajo más divertido del mundo –le dijo Paula.


 –¿Mejor que ser una esposa y una mamá? –le preguntó Victoria.

 

–Bueno, yo no tengo hijos, pero ser la esposa de alguien puede ser muy divertido también.

 

Pedro la escuchaba con incredulidad. Estaba fascinado con la mujer que tenía por esposa. Mientras trabajaban juntas en el volcán de cartón, se quedó maravillado al ver lo cómoda que parecía Paula en esa familia. Le atrajo entonces una faceta nueva de ella que estaba empezando a descubrir. Podía imaginarla con sus hijos, cuidándolos y mimándolos.  Su familia. Anhelaba tanto tener un futuro con ella... Pero se dió cuenta de que no era posible. Si tenía hijos, sería con otro hombre, no con él.  Le había preguntado si seguía queriendo el divorcio y ella aún no le había respondido, pero eso no importaba. Decidió que había llegado el momento de tragarse el orgullo y decirle lo que quería él. No podía perderla, pero no sabía cómo convencerla para que le diera otra oportunidad a su matrimonio.



Pedro abrió la puerta de la cabaña y le hizo un gesto para que pasara primero.


 –Estuviste increíble esta noche –le dijo.

 

Paula entró. No quería que Pedro le afectara tanto como lo hacía, pero solo podía pensar en que deseaba besarlo de nuevo. Solo la detenía saber que su corazón estaba en juego.

 

–Gracias, pero no es para tanto –repuso ella.

 

–¿Cómo que no? Has ayudado mucho a esa niña. Gracias a tí ganará el concurso de Ciencias.


Ella nunca se había sentido parte de una comunidad, ni de una familia, hasta esa noche. Pero le había encantado estar en casa de los Willingham, cenar con ellos y ayudar a Victoria. Por primera vez en su vida, se había preguntado si podría llegar a ser una buena esposa y madre.  Le daba pena saber que esa no era su comunidad y que nunca iba a tener allí una familia con Pedro.

 

–Nunca te había visto tan cómoda con niños –le dijo Pedro mientras la ayudaba a quitarse el abrigo y la acompañaba al salón–. Con mis sobrinos, te ví mucho más distante y tensa.

 

Se sentaron juntos en el sofá.


 –No me recuerdes ese fin de semana en casa de tu familia –le dijo ella.

 

–¿Por qué no me dijiste lo incómoda que estabas?

 

–Tú nunca querías hablar de nada.

 

–Es verdad, tienes razón –reconoció Pedro–. ¿Es demasiado tarde para pedirte disculpas?


Paula le tocó la mano con cariño. Su piel era áspera, callosa y muy cálida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario