viernes, 13 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 59

 –Vamos a degustar seis muestras, desde el chocolate con leche que tiene el porcentaje más bajo de cacao hasta el más negro. Les hemos dado agua a temperatura ambiente para que no afecte al sabor del chocolate y galletas sin sal para limpiar el paladar entre muestra y muestra.


Mientras Diego les servía las muestras, Rodrigo les habló de la historia del chocolate, comenzando por los mayas y los aztecas y sobre cómo viajó el producto a Europa.

 

–¡Esto es una cata en condiciones, con conferencia y todo! –le susurró Paula impresionada.

 

–Solo lo mejor para tí, Chica Volcán.


Paula lo miró sorprendida y no le extrañó. Abrió la boca para hablar, pero no la dejó.

 

–Ahora no –le pidió poniendo un dedo en sus suaves labios.

 

–Para degustar bien el chocolate deben examinar cada muestra fijándose en el color y la textura. Y también en el aroma –les explicó Rodrigo– . Después de colocar la muestra en la boca, no la mastiquen. Dejen que el chocolate se derrita en la lengua para que puedan disfrutar de los sabores mejor.


Paula y él probaron la muestra número uno siguiendo las instrucciones de Rodrigo.


 –¿Qué te parece? –murmuró Pedro.


 –Es muy suave, pero prefiero el chocolate más fuerte.

 

–Marca las muestras que te gusten para que sepamos qué comprar más tarde.


Las dos muestras siguientes tenían sabores más profundos. Paula decidió que la número tres era la más sabrosa y dibujó un corazón en torno al número en su ficha.


 –Durante siglos, se ha creído que el chocolate tenía cualidades afrodisíacas –comentó Rodrigo–. Algunos científicos están en contra y otros afirman que se trata de un efecto psicológico. No dudéis en comprobarlo por ustedes mismos ofreciéndoles a su pareja el número cuatro.

 

Paula tomó el trocito de chocolate y se lo ofreció.

 

–¿Te apetece que...?


Pedro se quedó sin aliento y tragó saliva.  «¿Que si me apetece?», pensó él. Sabía que se refería al chocolate, pero él solo podía pensar en cuánto la deseaba. Notó que Paula contenía el aliento y le ofrecía el chocolate con mano temblorosa. No sabía si estaba nerviosa por él o porque estaba usando su mano izquierda. Esperaba que fuera lo primero. Le gustaba la idea de que también a ella le afectara estar a su lado.


 –¿Qué te parece? –le preguntó entonces Paula.


 El chocolate tenía un intenso sabor a nueces y mantequilla.


 –Me gusta mucho –contestó él mientras le ofrecía a Paula la cuarta muestra.


Paula cerró los ojos en cuanto le dió el chocolate. A lo mejor sus efectos afrodisíacos no estaban demostrados, pero Pedro estaba sintiendo algo, eso lo tenía muy claro. Cuando abrió los ojos, vió que también había deseo en su mirada. Le entraron ganas de besarla, así que apartó la mirada y se distrajo dibujando una estrella al lado del número cuatro.

 

–También tenemos que comprar este –le dijo él.

 

Cuando volvió a mirar a Paula, se estaba lamiendo el labio inferior. Tenía que saborearla. Sin más, se acercó y la besó suavemente. Notó que ella se tensaba, pero solo duró un segundo. La besó con más intensidad, saboreando su calidez y su dulzura como había hecho con las muestras de chocolate. Ese beso llenó el vacío de su corazón. Lamentó haber perdido tanto tiempo. No quería que volviera a Bellingham ni que se fuera a ningún otro sitio.

 

–Vamos a pasar a la muestra cinco –anunció Rodrigo.

 

Al oírlo, Pedro se apartó de Paula, aunque habría preferido olvidar la cata y seguir besándola. Ella parecía tan confundida como él, pero sentía que no había perdido el control, sino que ella lo ayudaba a encontrarse a sí mismo.


 –También quiero comprar la número siete –murmuró él mientras escribía algo en la ficha.

 

–Pero si solo hay seis muestras.

 

–Siete, si te cuento a tí.

 

Ella sonrió tímidamente al oírlo y se ruborizó.


 –Y creo que la siete es mi favorita –le dijo él.

 

–La mía también –le contestó Paula con un brillo especial en la mirada.

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