Paula llamó a Martina y se lo explicó.
-¿Un vestido? -preguntó la niña sorprendida-. Pero si ya tengo un vestido.
-Sí, pero no te queda bien -explicó Paula-. El color no te va con el pelo, y además has crecido mucho desde que te lo compró tu madre.
-No lo compró mi madre -explicó a su vez Martina-, fue el tío Pedro, me lo compró por mi cumpleaños. ¿A que es un tío muy bueno?
-Sí, pero ahora eres más grande. Al tío Pedro le encantará comprarte otro vestido. O quizá dos. Te mereces al menos dos. Eres una niña preciosa.
-¿Soy preciosa? -repitió Martina subiéndose a una silla y mirándose alespejo.
-Sí, lo eres -aseguró Paula-. Vamos a peinarte y luego iremos a contarle al tío Pedro cuánta suerte tiene.
El tío Pedro, sin embargo, no pareció compartir esa opinión. Levantó la vista de su mesa y las miró enfadado.
-No me gusta que me interrumpan -dijo de mal humor-. Mi trabajo...
-Seguro que tu trabajo no es tan importante como tu sobrina -objetó Paula-. Está triste, solo tiene un vestido, y tiene casi tantos años como ella. Yo puedo llevarla de tiendas y comprarle ropa para una buena temporada. El año que viene irá a la guardería y necesitará cosas nuevas, ¿Verdad? Tú lo único que tienes que hacer es firmar un cheque. O quizá prefieras prestarme tu tarjeta de crédito, seguro que tienes una.
-¡Dios mío! -musitó él-, ¡Me asaltan en mi propia casa!
Aquello sirvió para darle a Paula otra idea:
-Podríamos comer en un restaurante del centro. A tí te dejaría unos sándwiches, y estaríamos de vuelta para cuando llegue Nacho. Así podrías estar solo y trabajar.
-Está bien -musitó él-. Vayan de compras -dijo tendiéndole una tarjeta de crédito y volviéndose hacia su ordenador.
Paula agarró a Martina de la mano, le guiñó un ojo y la condujo escaleras abajo.
-Yo no sé de tarjetas -dijo la niña al llegar abajo-. ¿Crees que con eso dará para comprar dos vestidos?
-Supongo -respondió Paula cauta-. ¡Quizá incluso para tres!
-¡Estupendo! ¡Qué tío más bueno tengo!
-Desde luego que es un buen tío.
Paula cambió de ropa a Martina, le lavó la cara y las manos y la guió a la puerta.
-Hay que correr -dijo la niña al ver que estaba lloviendo.
-No hace falta, traeré aquí el Jeep.
-¿Tienes un Jeep? El tío Pedro tiene un Buick y una camioneta.
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