miércoles, 4 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 37

 Pero era tiempo que no tenía. Las últimas veinticuatro horas con Pedro habían sido muy intensas, ni siquiera había pensado en el monte Baker. Estaba deseando tener algo de trabajo para distraerse y volver a la normalidad.

 

–¿Necesitas algo más? –le preguntó Pedro.


Sí que lo necesitaba, pero no de él. No había sido capaz de darle lo que ella necesitaba y ella no podía ser la esposa que él quería. Creía que por eso había fracasado su matrimonio. Pensaba que era mejor así, pero el dolor seguía siendo muy intenso.

 

–No, estoy bien. 


Era mentira, pero no podía hacer otra cosa que tratar de sobrevivir esos días, recuperarse y regresar al trabajo. Sabía que Pedro iba a estar bien sin ella y esperaba que a ella le pasara lo mismo. Teniendo en cuenta lo mal que le habían ido las cosas hasta el momento, estaba segura de que no podrían empeorar. Paula estaba esa noche descansando en el sofá cuando sonó el timbre. Pedro fue a abrir. Supuso que sería Brenda Thomas, la mujer que iba a cuidar de ella.  Sabía que iba a ser un alivio estar algún tiempo sin él. Lo cierto era que había pasado la mayor parte del día en la cama mientras él hacía otras cosas, pero había estado pensando en él constantemente. Pedro volvió al salón con una mujer muy guapa y sonriente. No se le pasó por alto el enorme anillo de compromiso que lucía. Dejó en la mesa de la cocina un plato con magdalenas que llevaba en la mano y otras cosas. Después, se acercó a saludarla.


 –Hola, soy Brenda.

 

–Y yo Paula, encantada de conocerte.

 

–Igualmente –le dijo Brenda mirando después a Pedro–. Espero no haber llegado tarde.

 

–No, justo a tiempo –contestó Pedro mientras terminaba de preparar una mochila–. Gracias por aceptar el turno de noche. He dejado una lista con instrucciones en la cocina. Sus medicamentos están también allí. Debería descansar tanto como sea posible y puede dar paseos cortos, pero solo dentro de la casa.

 

–¡Qué pena! Y yo que quería llevarla a dar un paseo a medianoche alrededor del lago Mirror... –bromeó Brenda.


 –Es broma, ¿No? –le preguntó él muy serio.

 

Paula sacudió la cabeza. Creía que Pedro necesitaba despejarse y no tomarse las cosas tan a pecho.

 

–Por supuesto –contestó Brenda con una sonrisa.

 

–Solo quería asegurarme –le dijo–. Bueno, llámame si tienes alguna pregunta.

 

Paula se mordió el labio inferior y frunció el ceño. No podía creerlo.  A ella nunca le había permitido que lo llamara al trabajo por urgente que fuera. La mayor parte de las veces lo único que había querido era hablar un minuto con él y escuchar su voz. Lo echaba mucho de menos cuando tenía largos turnos de trabajo en el hospital.


 –Estoy segura de que Paula puede aclararme cualquier duda que tenga –le dijo Brenda.

 

Le gustó lo directa que era. 

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