miércoles, 11 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 52

 Estaba tan cerca de ella que la envolvía su aroma almizclado, cálido y acogedor.


 –¿No puede esperar hasta mañana? –le preguntó ella con dolor de estómago.


 –No –le dijo Pedro mientras la llevaba hasta el sofá–. Solo serán unos minutos. Me ha dado la impresión de que te lo has pasado muy bien esta noche.


 –Sí, tus amigos son muy agradables.

 

–Es verdad. Me alegra que me convencieras para ir esta noche. Al verte con todo el mundo esta noche, riendo y bromeando, me dió la impresión de que eras una más, que formabas parte del grupo.


 –¿Qué quieres decir? No soy como tus amigos. Ellos son muy... No sé cómo definirlos, muy domésticos y caseros. Cuidan unos de otros. Yo soy más aventurera...

 

–Bueno, tu trabajo consiste en investigar los volcanes para salvar vidas en el futuro. Tú también cuidas de los demás.

 

–Sí, pero yo soy solitaria, no tan familiar como ellos. No me parezco a Leticia, Gabriela y Nadia. Ni tampoco a tu madre ni a tus hermanas.

 

–¿Por qué dices eso? 


–Bueno, cuando los conocí, me quedó bastante claro que no le gusté a tu familia.

 

Pedro se echó hacia atrás como si ella acabara de abofetearlo.

 

–Eso no es verdad.

 

–Sí lo es. Recuerdo perfectamente cómo actuaron ese día de Pascua, cuando los visitamos y los conocí por primera vez. Nunca me había sentido tan fuera de lugar.


 –Creo que exageras, Paula.


 –Quería ayudar con la cena, intenté hacerlo, pero me echaron de la cocina.


 –Pero porque no querían que trabajaras. Eras una invitada.


 –¿Una invitada? No, Pedro, era tu esposa, se suponía que ya formaba parte de la familia.


Había querido que la trataran como si fuera una más, pero no había ocurrido y se había dado cuenta entonces de que nunca iban a aceptarla. Se le llenaron de lágrimas los ojos al recordarlo. Pedro abrió la boca para hablar, pero no dijo nada.

 

–Debería haber hablado contigo antes de que fuéramos y advertirte – le dijo Pedro–. El día de Pascua es muy importante para mi familia. Por Ignacio.

 

–¿Qué tiene que ver tu hermano con esto? –le preguntó ella.

 

–Todo.

 

La palabra hizo que se estremeciera. Aún recordaba el dolor y la tristeza de Pedro cuando le habló de la muerte de su hermano gemelo. Pero no habían vuelto a sacar el tema.


 –Murió el domingo de Pascua –le dijo entonces–. A Ignacio le encantaba ese día. Siempre quería más adornos y más comida. Nunca había suficientes huevos de chocolate para él. Después de su muerte, mi familia hace todo lo posible para que esa fiesta sea espectacular. Es como si trataran de compensar de alguna manera absurda el vacío que sentimos todos, su ausencia...


Se quedó inmóvil. No entendía por qué no se lo había dicho antes. Ese fin de semana en casa de los Alfonso había sido para ella un punto de no retorno. Poco después fue cuando decidió plantearle que se divorciaran.


 –No tenía ni idea –le dijo con un hilo de voz. 

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