viernes, 13 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 58

La palabra «global» le puso los pelos de punta.

 

–Se trata de una organización que envía a científicos de todo el mundo a países del Tercer Mundo para que puedan crear sistemas de vigilancia de volcanes y enseñar a la gente cómo usarlos. Sería una gran experiencia y una aventura. Podría hacer mucho bien.

 

–Es verdad, lo harías.


Pero no le gustaba la idea. Temía no volverla a ver. Sabía que se iban a divorciar, pero le costaba aceptar que se fuera tan lejos.  Vió entonces que ya habían llegado a su destino. Se detuvo y señaló la placa de madera.

 

–Esta es tu sorpresa.


Paula leyó las palabras escritas en letras doradas.

 

–«Vinos y chocolates Welton» –leyó–. Dos de las cosas que más me gustan en este mundo.

 

–Por eso quería traerte aquí. 


El chocolate era la segunda mejor manera que se le ocurría para superar la atracción que sentía por ella. La primera opción era más divertida, pero no era posible. Entraron en el local. Los recibieron los deliciosos aromas del chocolate y del vino. El ambiente era acogedor, pero elegante. Gabriela Hughes lo había decorado. Había un mostrador de bombones a la izquierda y un bar de vinos a la derecha. En la parte trasera había mesas negras y sillas.


 –Este podría ser un lugar peligroso –le susurró Paula.

 

No le pareció a Pedro que pudiera ser tan peligroso como ella. Diego Welton, el prometido de Brenda, fue a darles la bienvenida.

 

–Te presento a Paula Chaves–le dijo Pedro–. La he traído porque quería que experimentara una de sus degustaciones de chocolates.

 

–Estupendo –repuso el joven bombero–. Es un placer conocerte. Brenda me ha hablado de tí.

 

Sonó en ese momento el timbre de la puerta, entraban más clientes.


 –Tomen asiento –les dijo Diego–. La cata comenzará pronto.


Pedro y Paula se sentaron a una mesa decorada con una rosa roja y una vela.

 

–Esto es precioso –susurró Sarah mirando a su alrededor–. Pero estoy confundida. Pensé que Diego era bombero.

 

–Y lo es, pero su familia es propietaria de una bodega en el valle de Willamette –le explicó.

 

El timbre de la puerta sonó de nuevo. Eran Javier y Leticia Porter y Nadia y Sergio Willingham. Se sentaron a otra mesa los cuatro juntos.

 

–¿Quieres que vayamos con tus amigos?

 

Pero Pedro la quería toda para él.

 

–No, así estamos muy bien.

 

Diego colocó agua y platos pequeños de galletas en cada mesa. Luego les dió manteles individuales de papel con cuadrados numerados del uno al seis y lápices para cada catador.

 

–Bienvenidos a Vinos y Chocolates Welton. Hoy vamos a hacer una cata con nuestro chocolatero, Rodrigo Welton –anunció Diego.

 

Rodrigo salió de la trastienda con una chaqueta de cocinero blanca y un pantalón gris. 

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