lunes, 23 de noviembre de 2020

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 6

 -Entonces... -contestó el tío Pedro-, Nacho, lleva las bolsas de la señorita Paula a su dormitorio. Y tú, Martina, llévala a.... Pero en el nombre de Dios, ¿Qué es eso?


Era Luca, por supuesto. El perro se estiró, se puso en pie y se acercó a Paula. Era enorme.


-Es Luca -dijo ella-, mi guardián. Mi madre ha dicho que no puedo quedarme aquí a pasar la noche sin perro.


-¿Tu madre? ¿Te refieres a esa diminuta... eh... mujer bajita que vino ayer?


-La misma -replicó Paula-. Es juez del Tribunal Superior de Justicia, ¿Sabes?


-No, no lo sabía. ¡Vaya aguafiestas! Así que mima mucho a su hijita, ¿No? ¿Te tiene súper protegida? ¿Tienes que volver a casa a las once? - inquirió haciendo una pausa para reflexionar sobre el resto de cosas que había dicho Paula-. ¿Has dicho el Tribunal Superior de Justicia?


-Y mi hermano es muy fuerte y tiene ideas anticuadas -añadió Paula dándose aires de superioridad.


-¡Dios mío! ¿Hay más en la familia?


-Sí, y todos son mucho más grandes que yo --confesó Hope-. Pero, quitando a Gonzalo, todas están casadas.


-Creo que será mejor que vuelva a trabajar -contestó él mirándola con expresión grave.


Parecía estar reflexionando. Luego sonrió a los niños y subió escaleras arriba. Paula lo observó. Era un hombre delgado y esbelto, como de un metro setenta y nueve. En su entorno, de gente enorme, resultaba bajito, pero para Hope tenía una medida muy adecuada. Podía mirarlo levantando la cabeza, pero sin necesidad de acabar con dolor de cuello. Era musculoso, la camiseta que llevaba lo demostraba. Cintura y caderas estrechas embutidas en los vaqueros, hombros anchos, cara cuadrada y cabello rubio rojizo. Bien, se dijo Paula, sabía que tenía que haber algún hombre de su talla en este mundo. Pedro se paró al pie de la escalera y se dió la vuelta.


-La comida es a las doce, hay un horario en la pared de la cocina. Y ten cuidado con Nacho.


Antes de que Paula pudiera formular ni una sola pregunta Pedro se había ido. ¿Que tuviera cuidado con Nacho? Martina era una muñequita, pero Nacho... era otra historia. Observó el reloj colgado de la blusa de la niña. Faltaban tres horas para la comida, tenía que resolver qué preparar.


-Bueno, vamos -dijo Nacho recogiendo la maleta y comenzando a subir las escaleras.


El niño era alto y fuerte para su edad, pero Martina era diferente. La niña se acercó a ella y la tomó de la mano. E inmediatamente rompió el hechizo diciendo:


-Creo que hasta mi madre es más grande que tú -luego, al llegar al descansillo de las escaleras, añadió-: Bueno, tú eres más grande de arriba. ¡Mucho más!

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