viernes, 6 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 45

Se fijó una vez más en la sortija de Brenda. Había encontrado el amor verdadero y no pudo evitar sentir una punzada en el corazón. Esperaba que le fuera muy bien a su nueva amiga.


 –Siéntate –le dijo Brenda–. He hecho magdalenas de plátano y nueces.

 

–¡Qué bien! Me gustan tanto como las de arándanos.


No dejaba de sorprenderle la generosidad de esa gente. Cada vez que pensaba en volver a casa se le hacía un nudo en la garganta. Sentía que habían vuelto al mismo patrón de su matrimonio. Y, cuanto más tiempo pasara allí, más difícil le parecía volver a su vida normal. Las magdalenas estaban deliciosas, pero no podía dejar de pensar en Pedro. Y eso que casi nunca lo veía. Se sentía muy frustrada, quería volver al trabajo cuanto antes.

 

–Te está siendo difícil este periodo de reposo, ¿Verdad? –adivinó Brenda.


 –Mucho –le confeso ella.

 

–Pedro dice que estás mejorando día a día. Así que ya es hora de hacer algo en el pueblo.

 

–¿Sí? ¡Me encantaría!

 

–Gabriela quiere que vayamos a la cervecería esta noche. Ven con nosotras.

 

–Me parece genial, pero no sé si me dejará Pedro. Ahora soy su paciente...

 

–Hablaré con él y, si no lo convenzo, le pediré a Paulson que me ayude a secuestrarte. Ha sido mi mejor amigo desde que teníamos nueve años y está dispuesto a todo. 


–Parece un tipo interesante.

 

–Es un niño en el cuerpo de un hombre. Se niega a crecer, pero la verdad es que es un amor. Lo conocerás esta tarde. Se quedará contigo hasta que llegue Pedro.

 

–¿Pedro estará en casa esta noche?


 –Sí, por eso esta noche es perfecta para que salgas.


 –Me encantaría...


 Sobre todo si iba a poder estar allí con Pedro.




Pedro miró su plato a medio comer mientras se terminaba el café. La comida de la cafetería del hospital era bastante mala, pero la cafeína lo ayudaría a sobrevivir las siguientes dos horas. Había pasado los últimos cinco días cubriendo turnos de los demás y propios. Echaba de menos a Paula, pero también le venía bien darse un respiro. No podía quitársela de la cabeza y le preocupaba más aún que llegara a acercarse a su corazón. Había pensado mucho en cómo había sido su relación con ella y se había dado cuenta de que Paula tenía razón. Odiaba admitirlo, pero había huido cada vez que las cosas se ponían difíciles. Y, después de la experiencia que había tenido con su exnovio, no le extrañaba que ella temiera que la dejara. Pensó en cómo estaría ese día y decidió llamar a Brenda. Sabía que estaba en su casa.


 –Hola, Pedro –respondió Brenda–. ¡Estaba a punto de llamarte!

 

Se quedó sin respiración al oírlo.

 

–¿Está bien Paula?


 –Mejor cada día y más fuerte –le dijo ella–. Está tan bien que deberías llevarla hoy a la cervecería. Es la noche de la comida mexicana.


 –No, no creo que le venga bien...


 –Pero quiere ir. Tiene que salir de casa, Pedro. Quedarse todo el día aquí metida no es bueno para su moral ni para su recuperación.


 –Es verdad, debería salir más. A lo mejor la semana que viene... 


–Pero Paula quiere salir esta noche. Tú puedes quedarte en casa si quieres. Paulson la llevará.

 

–¿Quieres que Paulson lleve a mi mujer a la cervecería? –le preguntó riendo.

 

–No te preocupes, Pedro. Está con Paula ahora mismo y se han caído muy bien.

 

–¿Qué? –exclamó incrédulo–. ¿No ibas a estar tú con ella?

 

–Sí, por la mañana, pero tenía una reunión por la tarde. No te preocupes. Paulson la está cuidando muy bien.


Eso era precisamente lo que se temía Pedro. 


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